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LAGUNILLA: Estimado amigo Octavio: Como tu bien dices queda muy...

TODOS LOS SANTOS

Dos chorros de vida cristalina ¡te quiero como los chorros del oro! Me decía mi madre cuando se emocionaba con algo grato que yo, sin saber el qué, parece que bien obraba. Luego fui creciendo y, en vez de hacerla feliz, ella lloraba; lloraba en silencio, en los recogidos rincones de la cocina zurciendo y remendando, en su apartado desierto de intimidad con sus cosas divagando, soñando, recordando y…tan lejos y perdidos, en sus añoradas miradas veía a sus fallecidos padres y lejanas hermanas y hermanos; se desconocía joven y vigorosa tras esas presentes manos vetustas y la piel apergaminada de su cara, de los sufridos pasados del hambre y la orfandad de padre; de tantas carencias que, si el presente la colmaba de bienes, el recuerdo de aquellas vencía y caía en la amnesia total; en los albores de su futuro alzhéimer.
Fuera de la tierra natal nos sentimos intrusos, perdemos el referente del orgullo y, lo más lamentable, sentimos vivir de prestado. Mi madre debió de sentirse muy perdida. Cuando vivíamos en nuestra tierra ella era toda una enciclopedia de conocimientos: Elaboraba quesos, horneaba pan y dulces; confeccionaba (a su manera) ropa en desuso para darle salidas nuevas; infusiones y medicinas naturales como la salud de ella. Y jamás se maquilló ni pintó, hasta que lo hicieron por mi madre ya muerta.
Llega el día de los difuntos y me acuerdo de mi padre y mucho, mucho de aquel regalado amor de madre, que tanto olvidada se quedó de todo y, en su enfermedad, cogía mi mano sonriendo (no sabía que era yo) pero me adoraban sus ojos cuando se perdía en los míos –lo sé- la luz de su mirada confesaba que sentía ese amor de madre. Era un momento fugaz; lo que tardaba el ladrón del alzhéimer en surgir del infierno otra vez.

Pedro! Me ha gustado mucho este escrito dedicado a tu Madre, no sé si en España hoy en día en tiempos de los entierros católicos puedes decir, algo al difunto, por escrito o de memoria, como hay quien no necesita papel para decir frases hermosas en un entierro.
La primera vez que asistí aquí en Holanda a un entierro me quede un poco muerto, de asombro, lo bonito que es decir las virtudes de un difunto, entonces era yo joven y no tenía mucho tiempo de asistir a entierros siempre encontraba yo, una disculpa para no asistir aunque me gustaba, por oír todos los buenos hechos, menos buenos hechos del fallecido, por un familiar, amigo, oh bien allegado pues antes tienes que apalabrar con el mayordomo de ceremonia tus deseos de hablar en un entierro, tienes tu tiempo contado, pues el tiempo es Oro? por lo menos aquí.
Bien Pedro me gusto, pues has puesto tu corazón, como tú sabes escribir, y en esta ocasión es una Madre descase en paz. Saludos

ollamas30@gmail. com

Estimado amigo Octavio: Como tu bien dices queda muy bonito decir unas frases que honren la memoria de todo aquel que fallece. Hoy, al igual que en Holanda, se sigue teniendo esa oportunidad, no en el momento de la inhumación; se reserva para dar las últimas oraciones de despedida; se llevan acabo en un posterior funeral donde, con las exequias y el panegírico resumen de su vida, un familiar tiene la oportunidad de hablar sobre el difunto si así lo desea. No siempre se tiene ese coraje de subir al altar y desde el micrófono, frente a toda la gente y con el añadido emocional del momento, decir algo sin que te tiemble el pulso de las palabras. Yo lo hice una vez con mi padre y, con mi madre, lo hizo un bisnieto. A mi se me cerraba la voz ahogada en lágrimas. Y por eso no quise subir para hablar de mi madre pero ya, cuando le iban a cerrar la caja para enterrarla, le dí un beso en la frente; una frente tan fría como el marmol.
Gracias por tu atención Octavio.