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LAGUNILLA: Asì es querido Pedro... creo que nuestras tenìan mucho...

TODOS LOS SANTOS

Dos chorros de vida cristalina ¡te quiero como los chorros del oro! Me decía mi madre cuando se emocionaba con algo grato que yo, sin saber el qué, parece que bien obraba. Luego fui creciendo y, en vez de hacerla feliz, ella lloraba; lloraba en silencio, en los recogidos rincones de la cocina zurciendo y remendando, en su apartado desierto de intimidad con sus cosas divagando, soñando, recordando y…tan lejos y perdidos, en sus añoradas miradas veía a sus fallecidos padres y lejanas hermanas y hermanos; se desconocía joven y vigorosa tras esas presentes manos vetustas y la piel apergaminada de su cara, de los sufridos pasados del hambre y la orfandad de padre; de tantas carencias que, si el presente la colmaba de bienes, el recuerdo de aquellas vencía y caía en la amnesia total; en los albores de su futuro alzhéimer.
Fuera de la tierra natal nos sentimos intrusos, perdemos el referente del orgullo y, lo más lamentable, sentimos vivir de prestado. Mi madre debió de sentirse muy perdida. Cuando vivíamos en nuestra tierra ella era toda una enciclopedia de conocimientos: Elaboraba quesos, horneaba pan y dulces; confeccionaba (a su manera) ropa en desuso para darle salidas nuevas; infusiones y medicinas naturales como la salud de ella. Y jamás se maquilló ni pintó, hasta que lo hicieron por mi madre ya muerta.
Llega el día de los difuntos y me acuerdo de mi padre y mucho, mucho de aquel regalado amor de madre, que tanto olvidada se quedó de todo y, en su enfermedad, cogía mi mano sonriendo (no sabía que era yo) pero me adoraban sus ojos cuando se perdía en los míos –lo sé- la luz de su mirada confesaba que sentía ese amor de madre. Era un momento fugaz; lo que tardaba el ladrón del alzhéimer en surgir del infierno otra vez.

Asì es querido Pedro... creo que nuestras tenìan mucho en comùn, al menos la siento reflejada en este comentario... ¡
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
La sencillez de nuestras entrañables madres no tiene ningún misterio; el amor y la entrega de las bellas almas dejan mucha huella querida amiga...