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[Un día por la sierra.] foto de JSB
UNA HISTORIA PARA NARRAR
Acabado el verano los pueblos se tornan tristes y desolados, las calles no son transitadas a penas y, desde el umbral de su comercio, nuestro amigo observa por primera vez en tanto tiempo la pendiente tan pronunciada de ésta. Sus pocos portales y sus muchas bajeras; los perros famélicos buscando comida e irónico, en su súbito pensar, también él así se encuentra y los ve que husmean cerca de la puerta. ¡Vaya clientes tengo! Lamenta. Tengo que mover ficha, darme una solución; hablaré con el proveedor de los terneros y hallaré una fórmula agresiva para atraer actividad mercantil. Y dicho sobre hecho se presentó en Lerín.
Esos terneros asmáticos, los que jamás los veía engordar, llamaron su atención y propuso al ganadero salvarle de la pérdida futura sacando de ellos buena oferta de costo. El ganadero accedió. Los llevaron a dar la puntilla sin tomar ninguna precaución y toda la competencia de ello habló y habló; se divulgó por todo el pueblo la calidad de género que allí nuestro amigo despachaba y, por no ser más listo, por no haberlos sacrificado fuera de ahí (en otro pueblo apartado); hundió la confianza de su negocio. Tan sólo le quedaban los restaurantes y aquellos otros centros de la capital que, para poco tiempo, aún abastecía. La imprudencia se paga. Y en retirada cerró el comercio llevándose una frase que en esta ciudad se proclama y dice así:
“En Tafalla si te joden calla.”
UNA HISTORIA PARA NARRAR
Acabado el verano los pueblos se tornan tristes y desolados, las calles no son transitadas a penas y, desde el umbral de su comercio, nuestro amigo observa por primera vez en tanto tiempo la pendiente tan pronunciada de ésta. Sus pocos portales y sus muchas bajeras; los perros famélicos buscando comida e irónico, en su súbito pensar, también él así se encuentra y los ve que husmean cerca de la puerta. ¡Vaya clientes tengo! Lamenta. Tengo que mover ficha, darme una solución; hablaré con el proveedor de los terneros y hallaré una fórmula agresiva para atraer actividad mercantil. Y dicho sobre hecho se presentó en Lerín.
Esos terneros asmáticos, los que jamás los veía engordar, llamaron su atención y propuso al ganadero salvarle de la pérdida futura sacando de ellos buena oferta de costo. El ganadero accedió. Los llevaron a dar la puntilla sin tomar ninguna precaución y toda la competencia de ello habló y habló; se divulgó por todo el pueblo la calidad de género que allí nuestro amigo despachaba y, por no ser más listo, por no haberlos sacrificado fuera de ahí (en otro pueblo apartado); hundió la confianza de su negocio. Tan sólo le quedaban los restaurantes y aquellos otros centros de la capital que, para poco tiempo, aún abastecía. La imprudencia se paga. Y en retirada cerró el comercio llevándose una frase que en esta ciudad se proclama y dice así:
“En Tafalla si te joden calla.”