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LAGUNILLA: Muchos otros esperaban con Paracelso el advenimiento...

Muchos otros esperaban con Paracelso el advenimiento del tertius status, del tercer reino del Espiritu Santo, profetizado por Joaquín de Fiore (1130-1202), en el que la letra de los textos sería sustituida por una comprensión visionaria. Se llegaría de nuevo a la lengua original del paraíso, que nombra todas las cosas por su verdadero nombre, y todos los misterios de la naturaleza se manifestarían como un libro abierto. La tendencia a la lengua secreta en "sintagmas oscuros", cifrados, en imágenes enigmáticas, se explica por el profundo escepticismo frente al poder expresivo de la lengua de Babilonia, con su alfabeto impio y sus reglas gramaticales que encadenan al Espiritu Santo. Lo que realmente importaba era preservar de los abusos del profano el saber primordial, esa prisca sapientia: que había sido directamente revelada por Dios a Adán y a Moisés y que una élite había transmitido a lo largo de los siglos. Por ese motivo, Hermes Trismegisto, con Zoroastro, Pitágoras y Platón un eximio representante de esa élite, había inventado los jeroglíficos.

La idea que tenía el Renacimiento de los antiguos jeroglígicos egipcios era la de un código secreto y simbólico, y esa idea estaba basada en el tratado de un egipvio del siglo V de nuestra era llamado Horapolo, en el que se encuentra la clave simbólica para descifrar cerca de 200 signos. Esta obra, titulada "Hierogliphica", publicada en numerosas traducciones e ilustrada entre otros por Durero, estimuló la imaginación de los artistas de la época como Bellini, Giorgione, Tiziano y El Bosco.

En el "Hierogliphica" de Horapolo tiene también su origen la emblemática, las figuras simbólicas acompañadas siempre de un corto lema y un comentario aclaratorio. Los emblemas conocerián un gran éxito en los siglos XVII y XVIII, revelándose como vehículo ideal para la propagación de las tesis paradójicas de los alquimistas y de sus aforismos. Los pseudo-jeroglificos se combinaron de esa forma con viejas enseñanzas pseudo-egipcias, de la misma forma que la mayor parte de los escritos herméticos aparecidos en los entarimados de los techos o en cavidades de antiguos muros resultaron ser pseudo-epigrafes debidos a mienbros eminentes de la dinastía hermética.