(foto de Manchega)
Qué senda más bosqueada y suave para pasear. Se aprecia un día inseguro, de poca luz y otoñal. La hojarasca en los bordillos y helechos descoloridos, con algùn rocío quizás. ¡Qué envidia más sana, seguirle a ese hombre los pasos por el camino otoñado que pisan sus pies al pasear!
Qué senda más bosqueada y suave para pasear. Se aprecia un día inseguro, de poca luz y otoñal. La hojarasca en los bordillos y helechos descoloridos, con algùn rocío quizás. ¡Qué envidia más sana, seguirle a ese hombre los pasos por el camino otoñado que pisan sus pies al pasear!
“Los Santos 2011”
Me voy de este a oeste. Cruzo la península con ánimo de explayar la vista y el alma. Disfrutar del magosto y calor coetáneo, bosques coloreados y pisar caminos alfombrados de hojas pardas. Casi de todo he disfrutado…casiiii, porque no siendo un par de días de buen tiempo, el resto lluvia y más lluvia. Hacía mucho tiempo que a estas alturas de Noviembre no veía los bosques por esos lugares tan verdes y tan llenos de follaje. Después de tantas lluvias y conseguir el “permiso de caza” para setas……ni olerlas. O sea, de vuelta para casa sin un misero miembro del “Reino Fungi”. Solo el día de mi vuelta a casa me pareció vislumbrar los colores del otoño en los extensos bosques que jalonaban el camino ¡Otra temporada será mejor, me dije! Me acordé de un tal Pedro.
Como digo casi ocho días de agua en Lagunilla, pero no fueron días desoladores, ¡que va! Hubo lectura tras los visillos a la luz tenue de esos días lluviosos. “Calvotada” en la plaza con saludos y charlita entre buenos amigos. Caminatas por sus calles rasando muros para guarecerse de la lluvia y canales heridas; y sobre todo, ver como antaño en alguna esquina (hace años era casi en todas), bajo el estruendoso chorro del un canalón, un caldero con un saco de aceitunas verdes dentro, inundado constante por su martilleo de agua, (esto si que es gota Malaya). Si este método saca de su alma el amargor y endulza la aceituna, ¿que no conseguiría este peculiar caudal de líquido?
Como siempre, fue entrañable pasar unos días de ocio en el pueblo.
Saludos de nuevo a todos.
Me voy de este a oeste. Cruzo la península con ánimo de explayar la vista y el alma. Disfrutar del magosto y calor coetáneo, bosques coloreados y pisar caminos alfombrados de hojas pardas. Casi de todo he disfrutado…casiiii, porque no siendo un par de días de buen tiempo, el resto lluvia y más lluvia. Hacía mucho tiempo que a estas alturas de Noviembre no veía los bosques por esos lugares tan verdes y tan llenos de follaje. Después de tantas lluvias y conseguir el “permiso de caza” para setas……ni olerlas. O sea, de vuelta para casa sin un misero miembro del “Reino Fungi”. Solo el día de mi vuelta a casa me pareció vislumbrar los colores del otoño en los extensos bosques que jalonaban el camino ¡Otra temporada será mejor, me dije! Me acordé de un tal Pedro.
Como digo casi ocho días de agua en Lagunilla, pero no fueron días desoladores, ¡que va! Hubo lectura tras los visillos a la luz tenue de esos días lluviosos. “Calvotada” en la plaza con saludos y charlita entre buenos amigos. Caminatas por sus calles rasando muros para guarecerse de la lluvia y canales heridas; y sobre todo, ver como antaño en alguna esquina (hace años era casi en todas), bajo el estruendoso chorro del un canalón, un caldero con un saco de aceitunas verdes dentro, inundado constante por su martilleo de agua, (esto si que es gota Malaya). Si este método saca de su alma el amargor y endulza la aceituna, ¿que no conseguiría este peculiar caudal de líquido?
Como siempre, fue entrañable pasar unos días de ocio en el pueblo.
Saludos de nuevo a todos.