Al pleroma, a la plenitud espiritual del mundo de la luz divino, se opone en la gnosis, de repente, el Kenoma, la vida material del mundo de las apariencias. La ingrata tarea de la creación le cae en suerte a un Dios creador que asume los rasgos despóticos del Jehová del Antiguo Testamento, y que en su acción se vuelve contra el Dios de la luz y de la bondad, contra el "Padre desconocido". Es el demiurgo; en otras palabras, el artista o el maestro de obras. Mientras que en el mito platónico de la creación, el "Timeo", el demiurgo (Platón aún lo llama "poeta") forma a partir del mundo de las ideas un cosmos de proporciones armoniosas bajo la forma de un organismo animado que contiene "todos los seres mortales e inmortales", el demiurgo de la gnosis origina un horrible caos, crea un mundo desnaturalizado e incompleto. Un mundo que la alquimia pretende mejorar por medio del "arte", creando un nuevo orden o modificando el ya existente.
En muchos mitos gnósticos, se atribuye al hombre una responsabilidad creadora: para curar el organismo enfermo del mundo, es preciso devolver el rayo de luz divino, el oro espiritual, a su patria celestial, pasando por las siete esferas planetarias del cosmos ptolemeico. A la esfera de Saturno, la más exterior, corresponde "la sucia vestidura del alma", el plomo, metal grosero. Para franquear esa esfera, es necesario pasar por la muerte del cuerpo y la putrefacción de la materia, condición previa de la transmutación. El alma tendrá que atravesar las esferas de Júpiter (cinc), Marte (hierro), Venus (cobre), Mercurio (mercurio), Luna (plata) y Sol (oro).
En muchos mitos gnósticos, se atribuye al hombre una responsabilidad creadora: para curar el organismo enfermo del mundo, es preciso devolver el rayo de luz divino, el oro espiritual, a su patria celestial, pasando por las siete esferas planetarias del cosmos ptolemeico. A la esfera de Saturno, la más exterior, corresponde "la sucia vestidura del alma", el plomo, metal grosero. Para franquear esa esfera, es necesario pasar por la muerte del cuerpo y la putrefacción de la materia, condición previa de la transmutación. El alma tendrá que atravesar las esferas de Júpiter (cinc), Marte (hierro), Venus (cobre), Mercurio (mercurio), Luna (plata) y Sol (oro).