EL SENTIDO DE VIVIR
Una noche, cuando llegas a casa cansado de trabajar, te sientas con ilusión delante de un ordenador (el amigo que siempre está para ti); es un hábito rutinario de nuestra generación, de esta era loca e impersonalizada. Ya ni el dinero necesita hacer su presencia. Simples tarjetas o números que circulan por bandas o terminales informatizadas, magnéticas y de escáner que registran nuestros datos y valores económicos son los únicos imprescindibles. Pero aún gusta sentir el contacto de nuestra moneda y billete, cosa que es posible en todos los comercios; aunque sea de modo opcional. Retomando esa noche en la que nos anima abrir los correos y, no importa el qué, pero nos deseamos la suerte de que alguien nos haya mandado unas palabras, un chiste o cualquier curiosidad que merezca la pena y nuestro tiempo de ocio.
En otra época pasada gustaba relacionarse en los centros de pueblos o casinos, echar unas manos de cartas y tomar café o vino prácticamente a diario. Pero ahora nos asfixia la prisa tanto, que dormimos contra reloj, comemos por intervalos de turno y, cuando nos hablamos, apenas nos miramos a los ojos. Nuestras mentes huidizas apenas ven la luz de nuestra realidad. Somos seres muy solitarios pero, a la vez, muy conectados; muy acompañados de mensajes y contactos eléctricos. Contactos que humanizan nuestro siniestro y escondido cuerpo, nuestra mente pensadora necesita comunicarse; gritar desde su rincón de vida: ¡hola amigos! Y otras pensadoras mentes responden a ese encuentro: ¡Aquí estamos! Somos el nuevo mundo. Un sistema moderno que llega, que satisface y nos independiza hasta la misma esclavitud. Una gran experiencia para la incógnita de lo que llegará a ser el futuro.
¡Buenas noches pueblo!
Una noche, cuando llegas a casa cansado de trabajar, te sientas con ilusión delante de un ordenador (el amigo que siempre está para ti); es un hábito rutinario de nuestra generación, de esta era loca e impersonalizada. Ya ni el dinero necesita hacer su presencia. Simples tarjetas o números que circulan por bandas o terminales informatizadas, magnéticas y de escáner que registran nuestros datos y valores económicos son los únicos imprescindibles. Pero aún gusta sentir el contacto de nuestra moneda y billete, cosa que es posible en todos los comercios; aunque sea de modo opcional. Retomando esa noche en la que nos anima abrir los correos y, no importa el qué, pero nos deseamos la suerte de que alguien nos haya mandado unas palabras, un chiste o cualquier curiosidad que merezca la pena y nuestro tiempo de ocio.
En otra época pasada gustaba relacionarse en los centros de pueblos o casinos, echar unas manos de cartas y tomar café o vino prácticamente a diario. Pero ahora nos asfixia la prisa tanto, que dormimos contra reloj, comemos por intervalos de turno y, cuando nos hablamos, apenas nos miramos a los ojos. Nuestras mentes huidizas apenas ven la luz de nuestra realidad. Somos seres muy solitarios pero, a la vez, muy conectados; muy acompañados de mensajes y contactos eléctricos. Contactos que humanizan nuestro siniestro y escondido cuerpo, nuestra mente pensadora necesita comunicarse; gritar desde su rincón de vida: ¡hola amigos! Y otras pensadoras mentes responden a ese encuentro: ¡Aquí estamos! Somos el nuevo mundo. Un sistema moderno que llega, que satisface y nos independiza hasta la misma esclavitud. Una gran experiencia para la incógnita de lo que llegará a ser el futuro.
¡Buenas noches pueblo!