¡Caramba Germán! Te agradezco que me tengas en tu memoria, hacía tanto tiempo que no entrabas que, lamento confesarlo, casi te olvido; pero sí, aún recuerdo aquellas gratas palabras de agradecimiento que mandaste desde el otro lado del charco; y con mi mente refrescada te doy con gran entusiasmo las gracias y te deseo desde Pamplona mucha
felicidad y salud para poder compartir con todos nosotros por este medio y, sin egoismos, con todas aquellas personas que te son afines y que quieres en tu seno
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