PAZ Y SOSIEGO DEL ESPIRITU (aprendiz de sabio <Bernabé Tierno>)
"Solamente puedes tener paz si tú te la proporcionas" <Marie Ebner-Eschenbach>
En medio del caos, del desastre, del desamor, del infortunio, de la mala racha y el dolor, sé tú paz, calma y refugio para ti mismo y para los demñas... como si estuvieras físicamente en el centro de un tornado, donde todo es quietud y serenidad, a pesar del rugido ensordecedor y huracanado que te circunda.
Cuando en mis años adolescentes traducía a escritores latinos como Ovidio y Horacio, recuerdo que cuando nos tocó traducir el conocidísimo "Beatus ille qui procul negotiis ut prisca gens mortalium" de Horacio, el profesor nos dijo que los santos y los sabios siempre habían procurado buscar la paz y la soledad en lugares apartados, lejos de ruidos, del ajetreo y de la prisa. "Horacio ya veía en su tiempo que las personas estresadas y en permanente actividad procuraban buscar el sosiego en la vida campestre, fuera del bullicio de la ciudad", nos siguió aclarando el profesor.
A mí no me pareció mal la propuesta del escritor latino, pero pensé que, si para tener paz y ser sabio o santo era necesario convertirse en un anacoreta o en un monje benedictino, el resto de los mortales estábamos condenados a vivir en constante desasosiego y sin esa necesaria paz exterior y ese silencio imprescindible para la paz interior... Para aclarar mis dudas me atreví a preguntarle al profesor: " ¿Qué pueden hacer para tener paz los que carezcan de vocación de fraile y todas las personas normales que nos vemos obligadas a vivir entre tanto ruido, prisa y preocupaciones?". El profesor me miró, pensó durante unos instantes y me dijo:"Bernabé, Horacio nos dice cúales son las mejores condiciones para que pueda darse y conservarse el equilibrio y la paz en el ser humano, pero en realidad nadie puede darte paz si tú no te la das a ti mismo, si tu no te la proporcionas cada día"... Desde entonces he procurado interesarme por todo aquello que contribuye a proporcionarle a cada persona esa deseada paz y después de medio siglo transcurrido desde que tradujera a Horacio, me encuentro en el mismo sitio. Procuro hacer silencio fuera de mí, buscar el econtacto con la naturaleza y huir del bullicio, pero la fórmula para la paz está en acostumbrarnos a encontrar en medio de todos los avatares, tensiones, dramas y situaciones conflictivas ese "centro del tornado", donde todo es quietud y paz, a pesar del ruido ensordecedor que nos circunda, de esa vida agitada en la que no tenemos más remedio que vivir.
La paz es un logro personal, una conquista, una actitud, una forma de ser y de vivir la vida. Por eso, el aprendiz de sabio sigue los consejos del escritor latino y aprovecha cualquier oportunidad para cargar las pilas y darle felicidades a la paz interior, buscando muchos momentos y lugares en los que reine el silencio y la quietud, pero no dejade cultivar en lo más profundo de sí la fuerte y bella pauta de la paz y del equilibrio de su espíritu, para que florezca y esté presente también en la peores circunstancias.
En definitiva, la paz llega a instalarse en la mente y en el corazón del sabio y del santo, como decía mi profesor, haciendo realidad el proverbio indio:
"EL CORAZÓN EN PAZ VE UNA FIESTA EN TODAS LAS ALDEAS".
"Solamente puedes tener paz si tú te la proporcionas" <Marie Ebner-Eschenbach>
En medio del caos, del desastre, del desamor, del infortunio, de la mala racha y el dolor, sé tú paz, calma y refugio para ti mismo y para los demñas... como si estuvieras físicamente en el centro de un tornado, donde todo es quietud y serenidad, a pesar del rugido ensordecedor y huracanado que te circunda.
Cuando en mis años adolescentes traducía a escritores latinos como Ovidio y Horacio, recuerdo que cuando nos tocó traducir el conocidísimo "Beatus ille qui procul negotiis ut prisca gens mortalium" de Horacio, el profesor nos dijo que los santos y los sabios siempre habían procurado buscar la paz y la soledad en lugares apartados, lejos de ruidos, del ajetreo y de la prisa. "Horacio ya veía en su tiempo que las personas estresadas y en permanente actividad procuraban buscar el sosiego en la vida campestre, fuera del bullicio de la ciudad", nos siguió aclarando el profesor.
A mí no me pareció mal la propuesta del escritor latino, pero pensé que, si para tener paz y ser sabio o santo era necesario convertirse en un anacoreta o en un monje benedictino, el resto de los mortales estábamos condenados a vivir en constante desasosiego y sin esa necesaria paz exterior y ese silencio imprescindible para la paz interior... Para aclarar mis dudas me atreví a preguntarle al profesor: " ¿Qué pueden hacer para tener paz los que carezcan de vocación de fraile y todas las personas normales que nos vemos obligadas a vivir entre tanto ruido, prisa y preocupaciones?". El profesor me miró, pensó durante unos instantes y me dijo:"Bernabé, Horacio nos dice cúales son las mejores condiciones para que pueda darse y conservarse el equilibrio y la paz en el ser humano, pero en realidad nadie puede darte paz si tú no te la das a ti mismo, si tu no te la proporcionas cada día"... Desde entonces he procurado interesarme por todo aquello que contribuye a proporcionarle a cada persona esa deseada paz y después de medio siglo transcurrido desde que tradujera a Horacio, me encuentro en el mismo sitio. Procuro hacer silencio fuera de mí, buscar el econtacto con la naturaleza y huir del bullicio, pero la fórmula para la paz está en acostumbrarnos a encontrar en medio de todos los avatares, tensiones, dramas y situaciones conflictivas ese "centro del tornado", donde todo es quietud y paz, a pesar del ruido ensordecedor que nos circunda, de esa vida agitada en la que no tenemos más remedio que vivir.
La paz es un logro personal, una conquista, una actitud, una forma de ser y de vivir la vida. Por eso, el aprendiz de sabio sigue los consejos del escritor latino y aprovecha cualquier oportunidad para cargar las pilas y darle felicidades a la paz interior, buscando muchos momentos y lugares en los que reine el silencio y la quietud, pero no dejade cultivar en lo más profundo de sí la fuerte y bella pauta de la paz y del equilibrio de su espíritu, para que florezca y esté presente también en la peores circunstancias.
En definitiva, la paz llega a instalarse en la mente y en el corazón del sabio y del santo, como decía mi profesor, haciendo realidad el proverbio indio:
"EL CORAZÓN EN PAZ VE UNA FIESTA EN TODAS LAS ALDEAS".