¡Qué hermosa reliquias Manchega! Tus fotos encierran el misterio de mis más codiciados recuerdos.
PATÉ DE JAMÓN IBÉRICO EN LA ALBERCA (2ª entrega)
La casa recibió sus primeras reformas. Desde que mi padre dejó en manos de mi hermano esta entrañable cuna nuestra, todo empezó a cambiar: El cuarto de baño tan espacioso que se encontraba a la entrada había desaparecido y ahora era una cocina compartida con el patio. Éste se destinó a salón de descanso. Televisión y sofá más una acogedora mesa; cuatro sillas y un banco ya vetusto por herencia; eran lo suficiente para estos renovadores huéspedes que regentaban la casa. Lo más acertado fueron sus dos nuevos ventanucos, ganando así luz y alegría el bajo recibidor de antaño (el lagar) que, pensado ahora ser el único ocupado, bien merecía tal atención. Y subimos las maletas por un proyectado espacio escalonado y ahora casi oscuro, mientras nos confidenciaban de una futura claraboya; triste destino llevó la pira, fue lo primero que más me hirió. Ya no estaba. Y en su lugar todo un rellano que daba acceso a las nuevas alcobas aún sin puertas y ladrillo a cara luz. Todo en interminable proceso. Los jergones sobre el suelo recibirían los cuerpos cansados de los niños nuestros, mientras los que nos correspondían a mi esposa y un servidor ofrecían mejor suerte. Ya no importa tanto el dónde dormir y premiaba más la ventura de hallarnos en casa, de compartir una aventura que durará muy pocos días y que, si no fuera por la desaparición de la pira, la costillada de cordero asada y el disfrute de aquella preciosa lumbre; para mí ya hubiesen sido bastante. Ya mi sueño se desparramaba.
Salimos a dar un paseo. Y saludé a mis padrinos algo más arriba del ayuntamiento, en la Calle del Emigrante; junto a su casa. Qué cariñosos siempre ellos: don Pedro y doña Raimunda. Nos convidaron a comer mañana. Y más pronto que tarde llegó ese día. Obsequié su recibimiento con doce botellas de buen vino navarro y nos sentaron a su mesa. ¡Qué grandiosos padrinos tengo! El me sacó de pila (nos cuenta) porque ya nadie podía según le confesó mi padre (tan grandes amigos ellos) Y, con sano orgullo, argumenta que se ofreció él y no le pesa; que para eso están los mejores amigos. Otros… sigue contando, hablan y hablan mucho y, cuando más los necesitas, ahí te dejan. Y tras haberle escuchado me enorgullezco: de pertenecer a este vínculo tan familiar de gentes nobles y cabales que ha parido mi tierra.
Llega mi madrina con la carne y me llena el plato de ella.
- ¿Haber si sabes qué esto Pedrín? -, me encanta que me llame así ella. Y mirando atento a mi plato, pincho y giro el tenedor; averiguo de canto sé y mi profesión experimentada me alerta.
- ¡Esto es un trozo de rosbif hecho con paletilla! Afirmo cabal.
-Sí, así es; pero me refería a qué tipo de animal. –insiste ella.
-Ahí, ya me has pillado; sé que es caza por el color y poco más. Podría ser ciervo o algo así, pero no tengo ni idea.
Ella me señalo un corzo disecado que ornaba un salón junto a una chimenea deliciosa que se comunicaba desde el corredor de este comedor. Y, tras descubrirnos la presa, aplaudió mis conocimientos en cuanto al acierto de esa carne tan aromática y sabrosa.
Nos despedimos tras ese flan tan rico que, desde mi más tierna infancia, sabía que me gustaba ella. Los dejamos con desgana, sintiendo el eterno afecto que siempre me han brindado y que tanto les tengo en deuda.
PATÉ DE JAMÓN IBÉRICO EN LA ALBERCA (2ª entrega)
La casa recibió sus primeras reformas. Desde que mi padre dejó en manos de mi hermano esta entrañable cuna nuestra, todo empezó a cambiar: El cuarto de baño tan espacioso que se encontraba a la entrada había desaparecido y ahora era una cocina compartida con el patio. Éste se destinó a salón de descanso. Televisión y sofá más una acogedora mesa; cuatro sillas y un banco ya vetusto por herencia; eran lo suficiente para estos renovadores huéspedes que regentaban la casa. Lo más acertado fueron sus dos nuevos ventanucos, ganando así luz y alegría el bajo recibidor de antaño (el lagar) que, pensado ahora ser el único ocupado, bien merecía tal atención. Y subimos las maletas por un proyectado espacio escalonado y ahora casi oscuro, mientras nos confidenciaban de una futura claraboya; triste destino llevó la pira, fue lo primero que más me hirió. Ya no estaba. Y en su lugar todo un rellano que daba acceso a las nuevas alcobas aún sin puertas y ladrillo a cara luz. Todo en interminable proceso. Los jergones sobre el suelo recibirían los cuerpos cansados de los niños nuestros, mientras los que nos correspondían a mi esposa y un servidor ofrecían mejor suerte. Ya no importa tanto el dónde dormir y premiaba más la ventura de hallarnos en casa, de compartir una aventura que durará muy pocos días y que, si no fuera por la desaparición de la pira, la costillada de cordero asada y el disfrute de aquella preciosa lumbre; para mí ya hubiesen sido bastante. Ya mi sueño se desparramaba.
Salimos a dar un paseo. Y saludé a mis padrinos algo más arriba del ayuntamiento, en la Calle del Emigrante; junto a su casa. Qué cariñosos siempre ellos: don Pedro y doña Raimunda. Nos convidaron a comer mañana. Y más pronto que tarde llegó ese día. Obsequié su recibimiento con doce botellas de buen vino navarro y nos sentaron a su mesa. ¡Qué grandiosos padrinos tengo! El me sacó de pila (nos cuenta) porque ya nadie podía según le confesó mi padre (tan grandes amigos ellos) Y, con sano orgullo, argumenta que se ofreció él y no le pesa; que para eso están los mejores amigos. Otros… sigue contando, hablan y hablan mucho y, cuando más los necesitas, ahí te dejan. Y tras haberle escuchado me enorgullezco: de pertenecer a este vínculo tan familiar de gentes nobles y cabales que ha parido mi tierra.
Llega mi madrina con la carne y me llena el plato de ella.
- ¿Haber si sabes qué esto Pedrín? -, me encanta que me llame así ella. Y mirando atento a mi plato, pincho y giro el tenedor; averiguo de canto sé y mi profesión experimentada me alerta.
- ¡Esto es un trozo de rosbif hecho con paletilla! Afirmo cabal.
-Sí, así es; pero me refería a qué tipo de animal. –insiste ella.
-Ahí, ya me has pillado; sé que es caza por el color y poco más. Podría ser ciervo o algo así, pero no tengo ni idea.
Ella me señalo un corzo disecado que ornaba un salón junto a una chimenea deliciosa que se comunicaba desde el corredor de este comedor. Y, tras descubrirnos la presa, aplaudió mis conocimientos en cuanto al acierto de esa carne tan aromática y sabrosa.
Nos despedimos tras ese flan tan rico que, desde mi más tierna infancia, sabía que me gustaba ella. Los dejamos con desgana, sintiendo el eterno afecto que siempre me han brindado y que tanto les tengo en deuda.
Pedroooooooooooooo, ¡pero por Dios!, si esa casa frontal que sale en la fotografía es la casa de la que yo os hablé ayer, o ateayer. Ahora es una, pero como ya os comenté eran dos. La de mis abuelos era la que hace esquina. ¿No me digas que es de alguien de los tuyos-nuestros?
Como dice Ramón, he estado hablando con mi hermano Ramón, su tocayo, que es mayor que yo, y os recuerda con mucha claridad. Me ha descrito más o menos donde vivíais (cerquita de nosostros). Me ha dicho que, para que le reconozca, te cite el accidente que tuvo de pequeñito con el autobús de línea de Lagunilla-Bejár cuando le seccionó el brazo.
Te manda un abrazo cordial. Ayer estuve con él. Fue su cunpleaños.
Saludos.
Como dice Ramón, he estado hablando con mi hermano Ramón, su tocayo, que es mayor que yo, y os recuerda con mucha claridad. Me ha descrito más o menos donde vivíais (cerquita de nosostros). Me ha dicho que, para que le reconozca, te cite el accidente que tuvo de pequeñito con el autobús de línea de Lagunilla-Bejár cuando le seccionó el brazo.
Te manda un abrazo cordial. Ayer estuve con él. Fue su cunpleaños.
Saludos.
Esa casa es la que de niño yo recuerdo que era la carnicería de Paulino, la de la derecha es, a día de hoy la de Juan y la Pury (que nos guardan la llave de nuestra casa) y que, como puedes ver en la foto, es ese tejado con un soporte de madera que está a la derecha de la foto: puerta nª 24 de Salas Pombo. Y, con lo bien que ha registrado esta foto de Manchega el ángulo de la Plaza la Reyna, se puede advertir el enrejado del palacio del obispo Juan de Porras al fondo de nuestra izquierda. Osea... vecinos, muy vecinos.
¡gracias por esta foto Manchega!
Ya he leido lo del primo ciclista, ahora todo se sabe, un cordial abrazo desde Navarra.
¡gracias por esta foto Manchega!
Ya he leido lo del primo ciclista, ahora todo se sabe, un cordial abrazo desde Navarra.