LAGUNILLA: CUANDO EL HAMBRE APRIETA CRECE EL INGENIO (parte séptima)...

CUANDO EL HAMBRE APRIETA CRECE EL INGENIO (parte séptima)

Quién de joven no ha metido la mano donde no debía. Ese tendero amable y distraído que despachaba tanto revistas y juguetes tal chucherías, con su sonrisa afable; no sabía a los diablillos que él atendía. Y, al tanto que se giraba para alcanzar estratégicas demandas, alguien aprovechaba oportuno para desvalijarle un capricho que su osadía alcanzaba. Lo que con dinero no se podía llegar a poseer, se encargaba la ambición de aportar los medios oportunos para hacerse con aquel tortuoso y disparatado elemento haciendo uso de reprochables artes.

La necesidad, en las mayorías de las veces, no es tal; simplemente son ganas de mostrarnos audaces ante nuestros compañeros de viaje. Entre amigos suceden rivalidades estúpidas que, a medida que vamos madurando, procuramos corregir en lo posible. Son segmentos de experiencias que marcarán nuestra verdadera personalidad ya que, de ellas y nuestras reacciones al afrontarlas se determinará el tipo de ser humano que se está formando en nosotros. A pesar de que el destino de nuestras vidas y el afán de supervivencia seguirán influyendo a perpetuidad en nuestra selección natural por muy buenas intenciones que de ser buena gente se tengan.