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LAGUNILLA: Sinuoso recorrido era aquel tan madrugador y silencioso...

Sinuoso recorrido era aquel tan madrugador y silencioso que casi a diario tomaban con su carro. Un cajón pintado en verde y crema que ellos iban arrastrando, dos hombres ya mayores con escoba y pala en sus manos. Un grueso palo de asta, armado con retamas secas; hurgaba en las acequias, calzadas y aceras; también en los apartados jardines buscando hojas secas. Y, cuando ya era de día, llegaban con hambre a mi tienda. No era yo el dueño pero como si lo fuera. Uno de ellos entraba y me pedía mortadela y, con una sonrisa pícara, mi padre desde afuera; le recordaba que para él chorizo y yo obraba a tal demanda encantado para que ellos comieran. Les saludaba el patrón a ambos y, a mí, me decía bajito al oído que no les cobrara. Así sucedía a diario y, aquel buen hombre (mi patrón), con ellos se portaba.