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LAGUNILLA: NO QUISIMOS MADRUGAR 1ª parte...

NO QUISIMOS MADRUGAR 1ª parte

Ya llegaba la noche y nadie se quería acostar, se oía el murmullo de las series, de películas y trasteos que con el mando vienen y van. Apetitos de picoteos que por el pasillo hacia la cocina nos hacía deambular. Y, en un encuentro de estos, pregunta mi esposa cuándo, a qué hora se ha de levantar. “No te preocupes de ello” apenas vamos a madrugar, si antes salíamos de la cama a las tres y media; mañana a las cinco y no más. Terminando de pronunciarme en hora me viene ella a reclamar: - ¿A eso llamas no madrugar?- Y sin otro argumento que recordarle el tiempo de vestirse y bañar, calculo que con el alba estaremos en la ruta ya. ¡No es acaso más tarde que en otras salidas esta! Con claros del día ya.

Conducía mientras dormía, aprovechando la oportunidad; parando poquita cosa y pisando el acelerador por compensar. Tengo que rescatar tiempo, y con los dedos me hacía contar; una hora por provincia o poco más. Si el mercado cierra antes de las dos (pensaba), si quiero tomar esa foto tan comercial; debo apurar en los descansos y apenas repostar. Adiós a esa costumbre mía de parar para fumar; nunca apuré tanto el depósito, no me reconocía en el sosiego de antaño y sólo quería correr. Desde antes de Burgos (reposté y desayunamos) hasta Béjar sin parar. Abrió los ojos en Salamanca y solicitó mear, después de dos provincias dormida y siendo cerca de las once ya. –“En cuanto veas una estación de servicio paras.” No podía aguantar más. Pero desde los Arapiles a Béjar nos hacían anuncios de salidas tan lejanas que… un esfuerzo tras esfuerzo y acelerones, con todo sacrificio y mérito, hasta que no llegamos a Béjar no pudo orinar.

Tras llenar el depósito y aliviar las vejigas, volvimos unos metros hacia atrás; quisimos conocer el Mercadona y comprar. Unas costillas de cordero, otras de cerdo y pescado fresco; gambas y merluza para cenar y, calculando los tres días, unas chuletillas de aguja. Y sobre la marcha, con los dedos pegajosos de azúcar, conducía devorando un donus con prisa de entrar en hora de ver nuestro mercado gunillero.

Para mi pueblo con todo el cariño: Pedro G. G.