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LAGUNILLA: LA FUENTE ENCANTADA 3ª ENTREGA...

LA FUENTE ENCANTADA 3ª ENTREGA

En la noche del viernes al sábado comenzó a llover, suave cortina de agua que alimentaba un fluido regato frente a nuestra casa. Y fluía desde la alta pendiente que marca la calle Concejo hasta el desagüe de la fuente que hay en la pequeña plaza; El Cerro es así: calles estrechas y muy pronunciadas que desembocan en un punto remansado, donde mugan otras atrevidas pendientes. Yo pensaba que nuestros planes se iban al traste. Pero la mañana del sábado amainó y nos despertamos entre nieblas, claros de sol que esperanzaban. Así que esperé a que regresara Ángel de aviar las gallinas y partimos hacia Lagunilla. Nos detuvimos frente a la panadería y nos aprovisionamos de pan y perrunillas; estuve tentado de comprar unos hornazos que tenían expuestos sobre el mostrador pero… Aún no he terminado la levadura que compré y ello me retuvo la intención.

Hasta que no fuimos a la pista de Los Mártires no tenía ni zorra idea de por donde caía nuestro destino. Mientras bajábamos esas retorcidas curvas me hizo saber que en esta carretera se hizo un rali (la carrera que ya nos contaron algunos foreros). Al pronto la abandonamos, la cambiamos por un camino de accidentados baches y piedras; franqueados de eucaliptus e higueras. Me indicó que mirara a mi izquierda para mostrarme en lontananza la caseta de Lucas Manina (ni idea de quién era). Enfrentábamos los olivares de El Manzanillo buscando un lugar apropiado para aparcar bajo los olivos. Una prominente capa de niebla cubría la cumbre de Las Pólvoras y, paseando pendiente abajo, buscando ya la copa de un chopo lejano que mi guía advirtió, señalaba la ubicación de La Torrecilla; nos íbamos empapando con el rocío el pantalón hasta las canillas. Salvando barreras de pequeñas paredes y porteras nos fuimos acercando dejando atrás viñedos y chumberas.

Las piernas caladas hasta la médula, el pantalón adherido y haciendo presa, no permitía dar un paso sin una tediosa resistencia. Así llegamos a los prados de pastos con muy alta hierba, sin caminos cabales que nos guíe a conciencia. Y, entre algún rellano, dejamos atrás hermosos canchales, hinojos y otras curiosas plantas de aromas ricos que refrescan.

Pedro G. G. les desea que pasen un buen día