FLORECIENDO UNA NUEVA ETAPA
Sin prisa pero sin pausa el tramo de la carretera de Lagunilla a El Cerro se va ensanchando. Ya han picado y rasado las canteras de las más conflictivas curvas. Todo el tramo parece estar señalado, marcado con estacas de colores lo que será calzada y, distinguiendo, espacio de arcén. Pequeños grupos de operarios que se hacinan a una de esa máquina que muerden y sacan la tierra, curiosos que se paran y los distraen con charlas e interrumpiendo su paseo.
Desde la Calle Mayor, pasando por la tienda de Mónica, hasta la plaza. Frente a la casa de Tano aparcamos, subimos al bar Salu. Dos cafés, dos chupitos y…
- ¡Coño, pero si es el Pedro! –Se hizo notar ese amigo que tanto he buscado siempre, ese extraordinario “Pocholo”; para mí Guillermo. Y nos dimos un abrazo que, enseguida lo interrumpió otro gran amigo: Miguel Ribero. Uno que me habla de un lado solícito y, entre ambos, a ninguno entiendo; procuro atender a derecha y me pierdo con el oído izquierdo. Guillermo invita y revela nuestro pasado a dos muchachos que desconozco y que, con él, los encuentro. Mi hermano intenta sacar cartera y súbitamente le freno; saco un billete más grande y a todos los amigos convido a pesar que nada quieren ellos. Pero mi perseverancia puede contra las prisas que lleva Guillermo y, con aquellos dos que allí se encontraban, se bebe su cuba libre en dos tiempos, mientras Miguel y yo dialogamos y saludo a un primo un momento; todo surgía muy deprisa y a “pocholo” se lo llevan los vientos. Salí a la puerta raudo, con intención de alcanzarle para que se dejara fotografiar; pero es tan brioso este hombre que no lo pude alcanzar.
Volvimos al vehículo de mi hermano y partimos hacia el rebollar, sorteando los cruzados caminos que nos llevó junto a los corrales del tío Bichín. Desde aquí, una vez aparcado, salimos andando buscando un acceso a ese arroyo de Los Horcos.
Pedro G. G. les desea: ¡Buen domingo a todos los foreros!
Sin prisa pero sin pausa el tramo de la carretera de Lagunilla a El Cerro se va ensanchando. Ya han picado y rasado las canteras de las más conflictivas curvas. Todo el tramo parece estar señalado, marcado con estacas de colores lo que será calzada y, distinguiendo, espacio de arcén. Pequeños grupos de operarios que se hacinan a una de esa máquina que muerden y sacan la tierra, curiosos que se paran y los distraen con charlas e interrumpiendo su paseo.
Desde la Calle Mayor, pasando por la tienda de Mónica, hasta la plaza. Frente a la casa de Tano aparcamos, subimos al bar Salu. Dos cafés, dos chupitos y…
- ¡Coño, pero si es el Pedro! –Se hizo notar ese amigo que tanto he buscado siempre, ese extraordinario “Pocholo”; para mí Guillermo. Y nos dimos un abrazo que, enseguida lo interrumpió otro gran amigo: Miguel Ribero. Uno que me habla de un lado solícito y, entre ambos, a ninguno entiendo; procuro atender a derecha y me pierdo con el oído izquierdo. Guillermo invita y revela nuestro pasado a dos muchachos que desconozco y que, con él, los encuentro. Mi hermano intenta sacar cartera y súbitamente le freno; saco un billete más grande y a todos los amigos convido a pesar que nada quieren ellos. Pero mi perseverancia puede contra las prisas que lleva Guillermo y, con aquellos dos que allí se encontraban, se bebe su cuba libre en dos tiempos, mientras Miguel y yo dialogamos y saludo a un primo un momento; todo surgía muy deprisa y a “pocholo” se lo llevan los vientos. Salí a la puerta raudo, con intención de alcanzarle para que se dejara fotografiar; pero es tan brioso este hombre que no lo pude alcanzar.
Volvimos al vehículo de mi hermano y partimos hacia el rebollar, sorteando los cruzados caminos que nos llevó junto a los corrales del tío Bichín. Desde aquí, una vez aparcado, salimos andando buscando un acceso a ese arroyo de Los Horcos.
Pedro G. G. les desea: ¡Buen domingo a todos los foreros!