DESDE LA IMAGINACIÓN A LA REALIDAD: LOS HORCOS (9)
Entregados al paseo más llevadero sin perder mucha altura, Ángel sorteaba la pista del sendero cuando dejaba de estar muy clara; en una ocasión (quizás pensando en mi comodidad) se dejó cautivar por una riera de surco que descendía al cauce llano del barranco. Pero yo observé (en mi memoria) que tras de esa buena intención, más pronto que tarde, tendríamos que enfrentar el repecho de aquel collado hasta llegar a la altura del lugar alto de nuestro vehículo; todo el rato subiendo y subiendo. No tarde en localizar una senda prometedora que marcaba el giro con un suave repecho y lo advertí a mi hermano para que dejara de bajar. Subió y nos adentramos por una zona fresca y cómoda hasta que ¡sorpresa! Ante nuestros ojos se presentaba este hermoso cartel: el pozo de Los Horcos. Me alegré un sin fin. Ahora estaba demostrado que esa era la ruta fiel, la más cabal para todo excursionista aventurado.
Entregados al paseo más llevadero sin perder mucha altura, Ángel sorteaba la pista del sendero cuando dejaba de estar muy clara; en una ocasión (quizás pensando en mi comodidad) se dejó cautivar por una riera de surco que descendía al cauce llano del barranco. Pero yo observé (en mi memoria) que tras de esa buena intención, más pronto que tarde, tendríamos que enfrentar el repecho de aquel collado hasta llegar a la altura del lugar alto de nuestro vehículo; todo el rato subiendo y subiendo. No tarde en localizar una senda prometedora que marcaba el giro con un suave repecho y lo advertí a mi hermano para que dejara de bajar. Subió y nos adentramos por una zona fresca y cómoda hasta que ¡sorpresa! Ante nuestros ojos se presentaba este hermoso cartel: el pozo de Los Horcos. Me alegré un sin fin. Ahora estaba demostrado que esa era la ruta fiel, la más cabal para todo excursionista aventurado.