ALAMBIQUE
Un día de años atrás, cuando aún vivía Demetrio (mi cuñado), tuve la suerte de ver cómo destilaba el aguardiente. Inauguraba un aparato muy raro que había traído de Portugal. Lo compró un verano, cuando fueron de vacaciones a nuestro pueblo; debieron de ir de excursión. Son antojos que surgen cuando ya se está aburrido de tanto pueblo, seguramente finalizando ya las fiestas. El caso es que jamás vi artilugio tan fascinante. Se calentaba los restos de uvas dentro de un recipiente, del cual partía una serpentina de cristal; un macarrón que marcaba revueltas de vapor, discurría celoso hasta que se enfriaba el gaseoso licor que goteaba pacientemente en la botella. Era cuestión de tiempo, bastante tiempo; para que la alegría de llenar y encorchar el aguardiente nos llegara. Aquel raro elaborador de nuestro aguardiente lo llamaban ellos “el alambique”.
Ya falta menos para nuestras fiestas… aquí terminan hoy.
¡Saludos para todo el pueblo!
Pedro GG.
Un día de años atrás, cuando aún vivía Demetrio (mi cuñado), tuve la suerte de ver cómo destilaba el aguardiente. Inauguraba un aparato muy raro que había traído de Portugal. Lo compró un verano, cuando fueron de vacaciones a nuestro pueblo; debieron de ir de excursión. Son antojos que surgen cuando ya se está aburrido de tanto pueblo, seguramente finalizando ya las fiestas. El caso es que jamás vi artilugio tan fascinante. Se calentaba los restos de uvas dentro de un recipiente, del cual partía una serpentina de cristal; un macarrón que marcaba revueltas de vapor, discurría celoso hasta que se enfriaba el gaseoso licor que goteaba pacientemente en la botella. Era cuestión de tiempo, bastante tiempo; para que la alegría de llenar y encorchar el aguardiente nos llegara. Aquel raro elaborador de nuestro aguardiente lo llamaban ellos “el alambique”.
Ya falta menos para nuestras fiestas… aquí terminan hoy.
¡Saludos para todo el pueblo!
Pedro GG.