CAPOTE
Y la voluntad es plausible, el animal es presente; el lugar del encuentro parece el adecuado. Pero nada se mueve. Un espontáneo estimula atrevido la
fiesta mientras, al fondo y sin capote, ni una gota de ánimo se siente. Parece el
toro aburrido y, sin capote, no se alegra esa gente.