UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (PRIMERA ENTREGA)
Ya caía la noche cuando partimos hacia el pueblo buscando nuevas aventuras. Apenas paramos para repostar, fuimos, cómo se acostumbra decir, de un tirón. Con un bocadillo de tortilla de patatas (el mío se acompañaba de tres albóndigas que sobraron de la comida anterior) estábamos dispuestos a no perder tiempo en restaurantes. Hasta que no encaramos la autovía hacia Valladolid no levanté el pie del acelerador. Sobre el adoquinado de una escueta acera dejamos descansar las “posaderas” mientras devorábamos sendos bocadillos y refrescábamos nuestras gargantas. La gasolinera de enfrente, camiones parados; más gentes a la brisa de una noche en calma que sacan sus avituallas y se hacinan a la lúgubre luz de unos faroles, los de la explanada de aparcamiento soslayando la calzada que vuelve a incorporarnos en la ruta. Su compañía nos agrada.
Con estas letras os saludo y habrá más para mañana. Atentamente: Pedro G. G.
Ya caía la noche cuando partimos hacia el pueblo buscando nuevas aventuras. Apenas paramos para repostar, fuimos, cómo se acostumbra decir, de un tirón. Con un bocadillo de tortilla de patatas (el mío se acompañaba de tres albóndigas que sobraron de la comida anterior) estábamos dispuestos a no perder tiempo en restaurantes. Hasta que no encaramos la autovía hacia Valladolid no levanté el pie del acelerador. Sobre el adoquinado de una escueta acera dejamos descansar las “posaderas” mientras devorábamos sendos bocadillos y refrescábamos nuestras gargantas. La gasolinera de enfrente, camiones parados; más gentes a la brisa de una noche en calma que sacan sus avituallas y se hacinan a la lúgubre luz de unos faroles, los de la explanada de aparcamiento soslayando la calzada que vuelve a incorporarnos en la ruta. Su compañía nos agrada.
Con estas letras os saludo y habrá más para mañana. Atentamente: Pedro G. G.