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LAGUNILLA: UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (novena entrega)...

UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (novena entrega)

Cuando salimos de casa de mi padrino y mi madrina, con un sol aplastante, nos dejamos llevar por los pies hasta la Plaza Mayor; frente al bar de Salu se estaban librando unas partidas de cartas, varias mesas ocupaban la sombra donde se deleitaban unos cuantos paisanos. Mi amigo Miguel Rivero entre ellos. Otro que era quinto de mi hermano Ángel, se arrimo a nosotros y comenzaron a recordar las travesuras que hicieron antaño; este se llama Mariano y, para más señas, tiene la casa que hay frente al caño de las monjas. Otro que también estaba y que otras veces ya se localizaba su asiduidad a esta cantina, es un primo tercero por parte de mi madre que, si mal no recuerdo, se llama Vicente y, hasta el momento, siempre llevó bigote (yo lo confundí con un carnicero que había visto en fotos del foro, el día que se mataba el cuto.) La partida en horas del café y la copa es algo que nunca parece fallar.

Sin darnos cuenta, otra vez arrastrado por el impulso de los pies, nos vimos en Punta Brava; no parecía haber venido nadie a esa casa del número trece. Sin embargo, la otra puerta, la de mis tíos daba muestra de estar ocupada. Empujé y no pude abrir pero, con la desaprobación de mis hermanos llamé al timbre; ellos no querían que les molestara, pensaban que estarían con la siesta. Pero no. Mi prima no tardó en abrir y convidarnos a unos refrescos a pesar del poco ánimo que mostraban mis acompañantes. Estuvimos un rato corto, muy corto… lo suficiente para saludar y preguntar por mis otros primos (José y Ramón). En fin, muy a pesar mío volvimos calleja arriba, en busca de nuestra casa.