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LAGUNILLA: UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (undécima entrega)...

UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (undécima entrega)

¡Qué lento va el reloj! Cuando se está esperando a alguien se hace eterno cada minuto. Nuestro amigo Templario se está rezagando con respecto al intervalo que marcó de su llegada. Mis hermanos quieren pasear y yo les invito a esperar una demora de quince minutos. Un margen de error tolerable. La puntualidad es una virtud de la que no todo el mundo hace gala.

Un vehículo parece estar aparcando al fondo de la calle. Estiramos el cuello, alargamos la mirada; pero nada, aún no llega. Ya pasaban unos minutos de las ocho de la tarde cuando decidí llamarle al móvil. Se hallaban por Mata Santana. La calle desierta, ni un alma la cruzaba. A los minutos se llegaba un coche y nos lanzaba ráfagas de luz. Cuando ya lo teníamos encima todos le indicábamos un sitio libre para que se aparcase. Le dimos aire para que salieran y, con una revelada alegría, nos fuimos al encuentro de ese abrazo que tantas veces fue impreso en nuestros correos electrónicos.