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Aparcar frente a nuestra casa era fácil, aún no había tanto automóvil como a fecha de hoy. Pero esas casas nuestras, tras tantos meses cerradas, necesitaban una limpieza a fondo antes de volver a ser habitadas. Así, de pronto, dejábamos las maletas en un rincón y tomábamos la escoba y la bayeta, las fregonas y las cubetas vacías para bajar a la fuente de las monjas y traer agua; todavía no habíamos metido el agua en casa. Fue algunos años más tarde, no recuerdo con exactitud cuándo, cuando comenzaron a introducir las tuberías y nos facilitaron las comodidades que ya disfrutábamos en el norte. Era grandioso poder ducharse e ir al retrete ahora en nuestra casa. Ya se le empezó a decir adiós a las bacinillas, a prescindir de las palanganas y, lo mejor de todo, el disponer tan a mano del agua.
Aparcar frente a nuestra casa era fácil, aún no había tanto automóvil como a fecha de hoy. Pero esas casas nuestras, tras tantos meses cerradas, necesitaban una limpieza a fondo antes de volver a ser habitadas. Así, de pronto, dejábamos las maletas en un rincón y tomábamos la escoba y la bayeta, las fregonas y las cubetas vacías para bajar a la fuente de las monjas y traer agua; todavía no habíamos metido el agua en casa. Fue algunos años más tarde, no recuerdo con exactitud cuándo, cuando comenzaron a introducir las tuberías y nos facilitaron las comodidades que ya disfrutábamos en el norte. Era grandioso poder ducharse e ir al retrete ahora en nuestra casa. Ya se le empezó a decir adiós a las bacinillas, a prescindir de las palanganas y, lo mejor de todo, el disponer tan a mano del agua.