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LAGUNILLA: ¡Hola Azulturquesa! Hoy nos has dejado un relato maravilloso...

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Mujeres al socaire, pañuelos bajo un sombrero de paja sobre sus cabezas; era una estampa, una imagen perpetua que siempre me acompaña cuando, en los días que salía el sol, aún siendo el clima serrano y fresco; yo contemplaba desde aquella mole de piedra que todos llaman poyo a ellas; atareadas con bolillos de encaje, bastidores de costura; lanas a ganchillo y, sentadas en un silencio reflexivo, del que apenas levantaban la cabeza, aparecían en sus aros el color y la belleza de los hilos que su imaginación bordaron. Hombres también los había desgranando habichuelas secas. A veces se hablaba poco, muy poco… e iban pasando el tiempo para recogerse en casa y dedicarse a otras cosas.

Si la tarde se volvía fría de antojo, por un capricho goloso; porque era el momento afortunado de raspar con la navaja la tableta de Pedro Mayo y ver caer las virutas de chocolate en el puchero; las muecas felices de aquellas caras marcaban la sencillez de los grandes momentos. Frugal merienda o cena que templa el cuerpo y esquiva las penas extrañas del estómago que ruge y abomina de banquetes prohibidos ¡Qué suculenta cena! Ahí se hunde el bizcocho y los sobaos, bollos típicos de mi tierra; algunas rebanadas de pan, de pan tan bueno y tan blanco que ensombrece a cualquier galleta.

Ay, Pedro, como nos revuelves por dentro con tus relatos. Como haces retrotraernos a nuestras infancias entre calles empedradas y gallinas y resto d ganados dejando huella de su paso hasta en el mismo umbral de nuestras puertas (gallinazas y excrementos de perros incluidos). Nuestra infancia en Lagunilla fue así, libres como pajarillos, hacíamos nuestra vida en la calle, nuestra escuela estaba en las calles del pueblo y sus cercanias. Saliamos a ella ocn lo que cabian en nustros bolsillos (NI MÓVILES, NI LAS MANDANGAS DE AHORA) y con las zapatillas esas del TAO si las temperaturas eran benignas y las botas"katiuskas" de pura goma, si el tiempo era más crudo. Quien de nosotros no habrá oido de nuestros padres y abuelos: "NO, SI A TI LA CASA NO SE TE CAE ENCIMA, PIERDE CUIDADO". Mi madre, como todas las del barrio, sólo se tenía que asomar al balcón o si me apuras a la ventana del "sobrao" y gritar nuestro nombre a pleno pulmón para que vinieramos para casa a comer o para recogernos al anochecer. Gritaba Mariiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, Juaaaaaaaaan. Tenia mejor timbre y cobertura que el más sofistiado de los móviles actuales. Recuerdo entre sonrisas la anecdota que se producía cuando nuestra vecina de en frente llamaba a su hijo y mi hermano contestaba, pensando que lo llamamba mi madre, al llamarse los dos chicos igual. Mi hermano siempre andaba " a nios"en primavera o buscando bichos por el arroyo de la Lisea, o haciendo "pozas" y llegaba a casa como un -"tito"- y calado hasta las orejas. -como niño que era, se juntaba con los vecinos y amigos y eran todos muy traviesos. EN LAGUNILLA NOS CRIAMOS EN LA CALLES, SIN UNA CHICA O EMPLEADA QUE CUIDARA DE NOSOSTROS, COMO AHORA TIENEN QUE HACERLO DE NUESTROS HIJOS E INCLUSO DE NUESTROS PADRES.

Pedro, con lo de las mujeres inmersas en sus labores y con sus sombreros de pajas, me has recordado _EL PASIL_............... Un lugar muy CONCURRIDO y soleado del pueblo que habia unas rocas y donde las mujeres, sobre todo en inviernos, se llebaban unas silla y un cojin y se pasaban la tarde bordando, zurciendo calcetines, remendando pantalones de pana, haciendo punto, ganchillo... Qué academia más estupenda se montaba en el pasil. Todas eran las maestras y todas eran las alumnas. Nosotras las muchachas saliamos coriendo de la escuela, nos cogiamos un "cacho pan y chocollate Kitín" (Pedro aqui usabamos más el Kitin que el de Pedro Mayo, que por cierto ese chocolate navarrico es riquisimo y nos ibamos donde nuestras madres y estas en su afán de que fueramoos mujeres " de provecho" nos tenían nuestra labor, para que estuvieramos tranquilitas y no jugaramos tanto- para sujetarnos, como ellas decían.
Bueno, pedro, me reitero en mi agradecimiento por tus cálidos y hermosos relatos que no remueven por dentro los sentimientos y sensaciones que ya pensábamos olvidadas y perdidas.
Un abrazpo desde el corazón par todos los foreros que se emocionan aún pensando en la belleza de nuestro pueblo la de sus gentes.

¡Hola Azulturquesa! Hoy nos has dejado un relato maravilloso de aquella época, nos has trasmitido un montón de información ya olvidada que, gracias a ti, ahora es nuestra. Ese chocolate Kitín que, seguramente, sería el de un envoltorio rojo que compraba a veces mi madre en la tienda de la maestra (en mi calle, unos metros más adelante, casi al final; pero bastante antes de llegar a la Plaza Mayor). Por aquel entonces traían cromos de regalo pero no recuerdo de qué eran. Ten cuenta que hablo del año 1960 al 1966, fecha en la que abandonamos el pueblo para residir en Navarra; son retajos de mi memoria que, posiblemente, se crucen con los posteriores veranos en los que regresábamos de vacaciones y aún era un niño. No obstante me encanta compartir con vosotros todo lo que es compartible, disfrutar de vuestros relatos, sentiros tan amigables y, a la vez, tan amigos. Gracias, mil gracias por hacer posible esta realidad tan nuestra con tu participación.

Abrazos de un amigo.