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LAGUNILLA: EDITAR UN LIBRO...

EDITAR UN LIBRO

Era algo complicado pero no imposible. Hacer amistad con jóvenes que tenían que compartir esos días de vacaciones conmigo, con alguien que pasarían unos días y después, sin remedio, se alejaría para un montón de tiempo. Quedarían las direcciones, las primeras cartas y las otras que harían un hueco al olvido pasivo, a la desgana por otros nuevos y presentes acontecimientos en su cotidiana ciudad. Pero… a pesar de ello, permanecerían los recuerdos de unas tardes compartidas entre botellines de “fanta” y risas o, en caso de las amigas, se rescatarían aquellos nobles rostros, aquellas miradas tan cómplices y aquellos impulsos tan secretos y frustrados. Desviados y aceptados en la amistad. La realidad de aquellos sentimientos sofocados que ninguno pudo confesar serían raptados por un vacio en el tiempo y en la oportunidad.