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LAGUNILLA: EDITAR UN LIBRO...

EDITAR UN LIBRO

La generación de estupefacientes, la proliferación de dicho consumo y la tendencia gótica pasó por la juventud que me tocó llevar. Arrastró con algunos de los quintos míos. Una gran parte de aquellos compañeros que convivieron conmigo el éxodo a la madurez vendieron sus vidas al “tripi” (algunas veces conocido por ácido o ajo en la jerga de los más adictos). También, como ahora, se fumaba en los pequeños corros marihuana; estaba al alcance de cualquiera que pudiese juntar mil pesetas o contar con amistades generosas que, en cualquier tertulia, le ofrecían unas caladas de ese porro que pasaba de mano en mano siguiendo el circuito del ritual.

En esa época de desorientación me atreví a retornar hacia aquel pueblecito del alma, buscando la paz y la desinfección; la sencillez de un mundo rural en el que esperaba que este tipo de cizaña aún no se habría instalado. Era tal otras veces, un quince de agosto, fiesta y descanso; concentración a nivel europeo, gente que llega de acá y de allá. Abigarrado encuentro de humanidad sencilla, presuntuosidad desechada y otros nuevos enclaves de debilidad frívola que, quizás porque tocaba, yo era capaz de advertir y sufrir, como un huérfano; mi querido pueblo también se infectaba.