LAGUNILLA: EXCURSIÓN DE CHUMBOS Y ERIZOS...

EXCURSIÓN DE CHUMBOS Y ERIZOS

El año que estuve en el pueblo de mi cuñado (creo que se llama Tejeda del Tiétar - Cáceres-) fue una pasada, sobre todo para mí; fue una excursión que hicimos desde Lagunilla. Los amigos de éste recogían esos higos y, sobre la marcha, dimos con dos erizos que también se los echaron a la saca. Al atardecer nos juntamos en el centro del pueblo con varias cajas de cervezas y un soplete. No me preguntes para qué ese soplete, en aquel momento ni yo lo pude imaginar. Resulta que se prendió una fogata y ellos empezaron a pelar patatas, ajos; cebollas y pimientos que más tarde, después de ver cómo quemaban con aquel soplete a los pobres bichos que se defendieron cerrándose como dos bolas de púas y que, por cierto, nunca antes fui testigo de tamaña crueldad; sufrí esperando que murieran al son de un chillido que profirieron sendos animales al ser penetrada su defensa ya churrascada. Los evisceraron y descuartizaron con jocosa alegría. Sus cuerpos desnudos de las punzantes agujas me recordaron a un conejo con extraña y confusa carpa hasta que ya, trocito a trocito, iban cayendo sobre el fondo de la caldereta para ser refreídos y aderezados con las verduras. En ese momento se pudiese asegurar que se mutaron en conejos. Yo pequé, me juré no meterles el diente; pero el aroma, las cervezas que ya me sobraban y aquel ambiente tan alegre, tan cargado de humor pudieron conmigo; no quisiera poner toda la culpa en el hambre, que tanto de culpa tenía. Y mira… estaba muy bueno; si acaso, según ellos decían; se debía tener cuidado con los finos pelos de los erizos. Pues de colarse uno e ingerirlo se puede obstruir el conducto urinario y no pasar ni gota (eran estas su mofa). Algo vulgares y sencillas como los dignos comensales. Para el postre higos. Pero yo no podía más con tanta y tanta cerveza.

Con mis saludos Porras