DESDE LA LONTANANZA DE MIS ESPACIOSOS RECUERDOS
Desde la mirada de Azulturquesa, viendo pasar los años; queda tras de nosotros tantas y tantas andanzas entre los rincones del recuerdo que asusta sentir el tiempo ya transcurrido y las mudanzas de realidades nuestras. Ahora son caprichos de nuestras sensibilidades retener aquella imagen de un pasado que reclama. Y el efecto de nuestros presentes fueron la esperanza de reencontrarnos en un regreso de nuestra aventura; salir fuera de nuestra tierra fue un amargo sabor a destierro y queremos reiniciar la partida desde aquellos últimos momentos. Cuando nuestros ojos dejaron de ver en el horizonte las fuentes, los bosques; nuestros corrales del concejo, los queridos y sufridos pisares de nuestras calles y las veladas sendas de nuestros huertos. El corazón entero palpita por no haber sufrido entre los nuestros las cosechas, los vareados olivos del invierno; las nieves en nuestras praderas, los aromas de las jaras y de los hornazos bien hechos. Llegamos a madurar como el castaño y se nos abren los erizos de nuestros sueños, besar con el alma la cuna nuestra y la de nuestros ancestros.
Desde la mirada de Azulturquesa, viendo pasar los años; queda tras de nosotros tantas y tantas andanzas entre los rincones del recuerdo que asusta sentir el tiempo ya transcurrido y las mudanzas de realidades nuestras. Ahora son caprichos de nuestras sensibilidades retener aquella imagen de un pasado que reclama. Y el efecto de nuestros presentes fueron la esperanza de reencontrarnos en un regreso de nuestra aventura; salir fuera de nuestra tierra fue un amargo sabor a destierro y queremos reiniciar la partida desde aquellos últimos momentos. Cuando nuestros ojos dejaron de ver en el horizonte las fuentes, los bosques; nuestros corrales del concejo, los queridos y sufridos pisares de nuestras calles y las veladas sendas de nuestros huertos. El corazón entero palpita por no haber sufrido entre los nuestros las cosechas, los vareados olivos del invierno; las nieves en nuestras praderas, los aromas de las jaras y de los hornazos bien hechos. Llegamos a madurar como el castaño y se nos abren los erizos de nuestros sueños, besar con el alma la cuna nuestra y la de nuestros ancestros.