Gracias a esta hermosa foto de Armando puedo disfrutar de la entrada que tiene mi calle. Algunas veces he aparcado ahí, detrás de ese pequeño jardín o muy cerca de la casa del señor Damián (tío de Ana Pineros). Su asfaltado es cómodo y bonito durante todo el trayecto; el mismo se extiende por todas las calles más principales dotando al pueblo de una sensación de higiene extrema. También se advierte la buena economía de sus habitantes por la restauración de sus fachadas y el buen estado de los tejados. La presencia de los contenedores da el testimonio más veraz de que nos hemos vuelto consumidores de una gama de productos que genera alta contaminación y se pretende reciclar lo posible. En el pasado este problema era muy escaso. Los residuos se destinaban directamente en el hogar a necesidades puntuales e ineludibles, pues las materias orgánicas abastecían la alimentación de algunos animales de la granja; verbigracia en las gallinas y los marranos que se cebaban con casi todas las sobras de la mesa, peladuras de frutas o patatas; los recortes de borraja, acelgas y, quien más o menos, otras vainas de guisantes, judías; habas, hojas secas de las berzas y etcétera. Lo difícil estaba en los compuestos químicos o materias solidas y de larga descomposición en el tiempo pero, de ello, se hacía poco gasto. No se compraba la leche en tetrabrik ni se transportaba tanto plástico. Las lecheras de aluminio con otras hueveras de alambre y las cestas de ebanista en madera o mimbre iban y venían de las casas al comercio, como al vaquero vecino que tenía leche sobrante; apenas envoltorios de papel de aluminio en los chocolates o los barros de la arcilla rota eran despojos que se hallaban antes.
La herramienta del labriego se aprovechaba hasta extremos que hoy serían alarmantes. Hoces de segar tan afiladas y desgastadas que, a día de hoy, solo mostraría tacañería o pobreza pero que, en aquel entonces, era un proceso de economía y rendimiento de los gastos. Nos hemos vuelto muy irresponsables y nuestra economía así nos va.
Bueno, me corto por hoy; creo que me estoy enrollando un rato. Atentamente con mis saludos para todo el foro.
La herramienta del labriego se aprovechaba hasta extremos que hoy serían alarmantes. Hoces de segar tan afiladas y desgastadas que, a día de hoy, solo mostraría tacañería o pobreza pero que, en aquel entonces, era un proceso de economía y rendimiento de los gastos. Nos hemos vuelto muy irresponsables y nuestra economía así nos va.
Bueno, me corto por hoy; creo que me estoy enrollando un rato. Atentamente con mis saludos para todo el foro.