Ha caído la tarde y, como único y virtuoso día del año, la noche nos reúne; nos reúne bajo el árbol familiar. Y cada rama de ese grueso ente colabora por la felicidad y cuida del núcleo espiritual que les une. Unos vástagos de esa red de sabia fervorosa se vuelcan en cocinar amor, energía calorífica bañada en buen humor mientras, con humanas manos se sazona el paladar horneado, dorado en la ternura ancestral de sus raíces, canalizado en sutil maternidad del embrión que aprende a ser parte de un regalo divino y tan familiar. Somos raíces y hojas que miran al sol y se protegen unidos del viento y las tormentosas calamidades sin temer a las sombrías nubes cuando truena porque sabemos que no hay mayor fuerza en la naturaleza que la familia; cuando ésta permanece unida.
¡Que tengan una gran velada esta noche!
¡Que tengan una gran velada esta noche!