LAGUNILLA: POSTRES...

POSTRES

Nos dirigimos a cada respectiva tienda. Acordamos juntarnos en la mía para recoger el cordero que presidiría la comida de Navidad. Ya eran las tres y algunos minutos cuando, en vez de irnos a casa, decidimos acabar en urgencias del hospital. Tres horas para asegurarnos de que, esos dolores de pecho y espalda cada vez que mi compañera tosía, no eran otra cosa que una bronquitis aguda. Debía haber ido antes al médico pero el celo profesional y estas oportunas fechas intimidan. Así que… ¡Vaya con Dios la Navidad! Comimos muy tarde, casi de seguido la cena; y la sobremesa de turrones, sorbetes de champán; café y mucho cansancio nos llevó abatidos muy pronto al auxilio de la cama. Las cero coma treinta marcaba en la mesilla el reloj que vigilaría nuestro sueño. Un mal dormir tuvimos, tan incesante de esputos y toses.

Una ducha temprana restauró la frescura que no aportó el descanso. Por fin, tres días más tarde del sorteo, pude comprobar nuestra mala suerte en la lotería. Ni lo puesto.