¡CARÁMBANO!
Etapas del año encerrado en la que asoma mustio el ánimo. Son rastros de emplomadas nubes acechando la mañana. Y triste alma aquella que, en la ventana, mira legañosa el horizonte y la húmeda vegetación que le rodea; las praderas tan albinas, bajo el sol encapotado; destellando la silueta de un estanque gélido e iluminado. Se apartan las sombras ya holladas por la sed de unas bocas calientes, cuyos hálitos fundieron témpanos ateridos al agua salpicada de algodones helados.
¡Qué silencioso es mi pueblo en invierno! Tan vacía la calle de gente y de, con perdón, animales.
Etapas del año encerrado en la que asoma mustio el ánimo. Son rastros de emplomadas nubes acechando la mañana. Y triste alma aquella que, en la ventana, mira legañosa el horizonte y la húmeda vegetación que le rodea; las praderas tan albinas, bajo el sol encapotado; destellando la silueta de un estanque gélido e iluminado. Se apartan las sombras ya holladas por la sed de unas bocas calientes, cuyos hálitos fundieron témpanos ateridos al agua salpicada de algodones helados.
¡Qué silencioso es mi pueblo en invierno! Tan vacía la calle de gente y de, con perdón, animales.