LAGUNILLA: UNA TARDE DE INVIERNO...

UNA TARDE DE INVIERNO

Es como siempre: madrugar, trabajar; ver desaparecer el sol a media tarde produce sueño. La luz mortecina de la lámpara ayuda a cerrar los ojos mientras las imágenes pasan en la pantalla del televisor y, sin quererlo, las palabras llegan como un susurro a los oídos ya sedados. Una manta llena de recuerdos cubre y traiciona la atención ya disipada, el cuerpo cede a la anestesia; se ve protegido ante toda la flagelación que pueda infligirle el hecho de estar vivo. Su existencia se torna inmune a la penitencia divina durante un prolongado tiempo de descanso. Siente un presente de bendiciones amparado en la confortable acogida de un sofá para el cuerpo y dos almohadas mullidas bajo la nuca; permanece secuestrado. Espera la noche para abordar la cama. Otra vez el despertador listo. Otro mañana.