Por maruja, pamplina y regajo, son tres de los nombres por los que se conoce esta planta (seguro hay más). La misma, a finales de invierno y comienzo de la primavera, crece en determinados arroyos y regatos de aguas limpias y transparentes. Desde tiempos inmemoriales ha servido de alimento a los humanos, además de a otros seres vivos del reino animal.
Se come sola o acompañada de otros ingredientes que conforman las ensaladas más habituales sin por ello desentonar. También puede tomarse sola, aliñada con aceite de oliva, vinagre, sal y ajo machado.
Como todos los productos que tan gratuitamente nos proporciona la Naturaleza, su recolección requiere hacerlo con la suficiente inteligencia que no esquilme el yacimiento, circunstancia que se suele dar, con este y otros productos, por la avaricia e insatisfacción humana.
Cuando se recoge, además de procurar buscar los lugares más adecuados por limpieza, por ausencia de animales, vertidos o cualquier otro elemento contaminante, debe irse armado de un instrumento que permita segarla, nunca arrancarla, de esta forma favorecemos su reproducción y nos permitirá volver al mismo lugar a los pocos días a buscar más; amén de que de esta forma evitaremos llevarnos las raíces con tierra, por consiguiente, ayudamos a su conservación y nos obviamos la limpieza de las raíz y con el sabor a tierra que no desaparecerá por mucho que la lavemos.
Se come sola o acompañada de otros ingredientes que conforman las ensaladas más habituales sin por ello desentonar. También puede tomarse sola, aliñada con aceite de oliva, vinagre, sal y ajo machado.
Como todos los productos que tan gratuitamente nos proporciona la Naturaleza, su recolección requiere hacerlo con la suficiente inteligencia que no esquilme el yacimiento, circunstancia que se suele dar, con este y otros productos, por la avaricia e insatisfacción humana.
Cuando se recoge, además de procurar buscar los lugares más adecuados por limpieza, por ausencia de animales, vertidos o cualquier otro elemento contaminante, debe irse armado de un instrumento que permita segarla, nunca arrancarla, de esta forma favorecemos su reproducción y nos permitirá volver al mismo lugar a los pocos días a buscar más; amén de que de esta forma evitaremos llevarnos las raíces con tierra, por consiguiente, ayudamos a su conservación y nos obviamos la limpieza de las raíz y con el sabor a tierra que no desaparecerá por mucho que la lavemos.
En el pueblo se las conoce también por brugas.
Ángel es cierto lo de las cestas, no me acordaba, mi madre también las hacía tanto para los niños como chicas, mientras éramos pequeños; después los muchachos no llevaban una cesta ni de coña, eso era de muchachas.
Pero llevábamos todos cestas de mimbre para llevar los hornazos, las cestitas y los dulces; en mi casa aún quedan dos de aquellas cestas, medio rotas, pero aún están ahí cogiendo polvo y diciendo: ¡tírame ya de una vez! cualquier día de estos. ¡qué tiempos aquellos! Ahora los críos no van al campo a comer el hornazo, se quedan jugando con los mil y un cacharros que tienen (que le sobran más de la mitad) y no siguiendo las tradiciones que había en el pueblo y digo había porque no veo los atajos de muchachos intentando saber donde iban a ir las muchachas para ir detrás, bien para incordiarlas o bien porque alguna nos hacía tilín.
Hasta otro día
Ángel es cierto lo de las cestas, no me acordaba, mi madre también las hacía tanto para los niños como chicas, mientras éramos pequeños; después los muchachos no llevaban una cesta ni de coña, eso era de muchachas.
Pero llevábamos todos cestas de mimbre para llevar los hornazos, las cestitas y los dulces; en mi casa aún quedan dos de aquellas cestas, medio rotas, pero aún están ahí cogiendo polvo y diciendo: ¡tírame ya de una vez! cualquier día de estos. ¡qué tiempos aquellos! Ahora los críos no van al campo a comer el hornazo, se quedan jugando con los mil y un cacharros que tienen (que le sobran más de la mitad) y no siguiendo las tradiciones que había en el pueblo y digo había porque no veo los atajos de muchachos intentando saber donde iban a ir las muchachas para ir detrás, bien para incordiarlas o bien porque alguna nos hacía tilín.
Hasta otro día