No se ve muy bien el origen, pero para los familiarizados con el nombre Vita oliva, no hace falta decirles que este oro líquido tiene como origen las aceitunas que nuestros paisanos cultivan en las laderas que, bajo los pies del Balcón de Extremadura, mira hacia el norte cacereño.
Este aceite es de gran calidad. No de una gran producción, pero poco tiene que envidiar a los mejores aceites oliva extra de los extensísimos olivares de las tierras del Santo Reino.
Particularmente, me recuerda que cada vez que nos desplazábamos a Lagunilla, mi padre compraba aceite y llenaba dos grandes recipientes de hojalata (quizá de 20 litros cada), las metía en una maleta -de las de antes- de madera, atada con un grueso y fuerte cinturón de cuero y con ese precioso líquido viajabamos, del que una vez llegados a casa, servía para aderezar los condimentos que mi madre elaboraba.
Este aceite es de gran calidad. No de una gran producción, pero poco tiene que envidiar a los mejores aceites oliva extra de los extensísimos olivares de las tierras del Santo Reino.
Particularmente, me recuerda que cada vez que nos desplazábamos a Lagunilla, mi padre compraba aceite y llenaba dos grandes recipientes de hojalata (quizá de 20 litros cada), las metía en una maleta -de las de antes- de madera, atada con un grueso y fuerte cinturón de cuero y con ese precioso líquido viajabamos, del que una vez llegados a casa, servía para aderezar los condimentos que mi madre elaboraba.