RECUERDOS
Ya casi estamos en mayo y se va acercando el verano. Esta foto me transporta a mi anterior visita en primavera. Aún recuerdo estos campos. Os acordáis que fui en busca de la fuente de la Torrecilla. Aquel mes fue muy variado, sobre todo aquellos cortos días en los que estuve entre vosotros; llovía, se nublaba pero, en cortos espacios se dejaba ver el sol. La temperatura era muy suave ¡Qué hermosas laderas! Los riscos, los zarzosos; los hornos repletos de olivos y viñas. Desde aquí se perdía la vista en lontananza y descubrí, no muy lejos; bajo una brumosa capa lo que mis padres llamaron siempre “las pólvoras”. No sé si tuvimos muchas fincas por ahí. Seguramente alguna parcelita chica de pastos donde llevar nuestra “ligera” y “yerba”; eran los nombres de aquellas vacas si no me he confundido al citar. Recuerdo que pernotaban en una casilla que tuvimos muy a ras del corral del concejo; pero la memoria me confunde cuando zascandileábamos por ese entorno un servidor y mi amigo Guillermo.
Me pierdo pensando que la cuadra aquella, tras marcharnos, también la disfrutaron ellos. Fueron pasando años entre un marcho y me vengo, fijándose la memoria en lo visto y oído, cargando experiencias de lo que hallé en mi pueblo. Muchachas, travesuras e incidentes que mejor los guardo y no los cuento. Simpatías y odios, amistades y amores muy complicados para los que se ven y se alejan cientos de kilómetros. Valores y miserias como la que tienen los pueblos. Y uno crece pensando y redimiendo, reconciliando la naturaleza de las cosas y de su tiempo.
Con todo el afectuoso saludo para los foreros
Ya casi estamos en mayo y se va acercando el verano. Esta foto me transporta a mi anterior visita en primavera. Aún recuerdo estos campos. Os acordáis que fui en busca de la fuente de la Torrecilla. Aquel mes fue muy variado, sobre todo aquellos cortos días en los que estuve entre vosotros; llovía, se nublaba pero, en cortos espacios se dejaba ver el sol. La temperatura era muy suave ¡Qué hermosas laderas! Los riscos, los zarzosos; los hornos repletos de olivos y viñas. Desde aquí se perdía la vista en lontananza y descubrí, no muy lejos; bajo una brumosa capa lo que mis padres llamaron siempre “las pólvoras”. No sé si tuvimos muchas fincas por ahí. Seguramente alguna parcelita chica de pastos donde llevar nuestra “ligera” y “yerba”; eran los nombres de aquellas vacas si no me he confundido al citar. Recuerdo que pernotaban en una casilla que tuvimos muy a ras del corral del concejo; pero la memoria me confunde cuando zascandileábamos por ese entorno un servidor y mi amigo Guillermo.
Me pierdo pensando que la cuadra aquella, tras marcharnos, también la disfrutaron ellos. Fueron pasando años entre un marcho y me vengo, fijándose la memoria en lo visto y oído, cargando experiencias de lo que hallé en mi pueblo. Muchachas, travesuras e incidentes que mejor los guardo y no los cuento. Simpatías y odios, amistades y amores muy complicados para los que se ven y se alejan cientos de kilómetros. Valores y miserias como la que tienen los pueblos. Y uno crece pensando y redimiendo, reconciliando la naturaleza de las cosas y de su tiempo.
Con todo el afectuoso saludo para los foreros