Siempre que nos sentimos perdidos y el universo entero se derrumba a nuestro alrededor nos acordamos de nuestra madre. Nos refugiamos en el regazo de esa protección materna que nos aporta seguridad por su desmedido amor y entrega a todos sus hijos.
Cuando perdemos a los que nos quieren nos sentimos huérfanos de esa alegría que nos daba estar con ellos y, sólo la fe en el amor divino que se promete tras atravesar el istmo terrenal hacia lo espiritual, nos consuela.
Para la familia González Paraíso les mando un fuerte abrazo y la esperanza de que, al otro lado de nuestra realidad, sus seres queridos han recibido el amor de la paz y consuelo que todo cristiano se merece; el recuerdo de ellos será siempre una guía de afectos para quienes les conocieron y supieron de ellos.
Desde Navarra mis condolencias: Pedro G. G.
Cuando perdemos a los que nos quieren nos sentimos huérfanos de esa alegría que nos daba estar con ellos y, sólo la fe en el amor divino que se promete tras atravesar el istmo terrenal hacia lo espiritual, nos consuela.
Para la familia González Paraíso les mando un fuerte abrazo y la esperanza de que, al otro lado de nuestra realidad, sus seres queridos han recibido el amor de la paz y consuelo que todo cristiano se merece; el recuerdo de ellos será siempre una guía de afectos para quienes les conocieron y supieron de ellos.
Desde Navarra mis condolencias: Pedro G. G.