LIBRE COMO UN PÁJARO
Ir al pueblo, para los que nos consumimos en ciudades, es como volver a recuperar cierta libertad. Compréndase que son vacaciones. Un desahogo a las preocupaciones cotidianas de gran calado, en las que el sujeto se levanta sin la menor prisa para dejarse llevar por un capricho espontáneo; sólo preocupa el clima y hacer que cada día del que dispone cuente y sea grato. La salud del momento también tiene interés para determinar en qué ocio se pierde o se empeña tan requerido antojo. Quién, por descansado, se aparca en una terraza de bar y le da por degustar un rico almuerzo antes de pasear y curiosear los rincones más arcanos de sus recuerdos. Otros, en su gran libertad, llegan con un manual de actividades y se aventuran en ejercicios voluntarios que el cuerpo sabe agradecer. Pero ambos persiguen la misma satisfacción: ser libres por unos días y revolotear “como un pájaro”.
Ir al pueblo, para los que nos consumimos en ciudades, es como volver a recuperar cierta libertad. Compréndase que son vacaciones. Un desahogo a las preocupaciones cotidianas de gran calado, en las que el sujeto se levanta sin la menor prisa para dejarse llevar por un capricho espontáneo; sólo preocupa el clima y hacer que cada día del que dispone cuente y sea grato. La salud del momento también tiene interés para determinar en qué ocio se pierde o se empeña tan requerido antojo. Quién, por descansado, se aparca en una terraza de bar y le da por degustar un rico almuerzo antes de pasear y curiosear los rincones más arcanos de sus recuerdos. Otros, en su gran libertad, llegan con un manual de actividades y se aventuran en ejercicios voluntarios que el cuerpo sabe agradecer. Pero ambos persiguen la misma satisfacción: ser libres por unos días y revolotear “como un pájaro”.