UN PLATO EXCELENTE
Lo mejor que nos podemos llevar a la boca siempre está preparado con tiempo y cierta pasión. Entra por los ojos el punto exacto de los tonos que pimentan esa gran profesionalidad del cocinero u cocinera que ha sabido elaborarlo. Alcanza nuestras pituitarias el aroma puntual de un prometedor paladar que ya, en nuestra distante imaginación, nos hace babear. Nuestro cuerpo entero celebra con júbilo la promesa de un gran festín.
Saludos pueblo
Lo mejor que nos podemos llevar a la boca siempre está preparado con tiempo y cierta pasión. Entra por los ojos el punto exacto de los tonos que pimentan esa gran profesionalidad del cocinero u cocinera que ha sabido elaborarlo. Alcanza nuestras pituitarias el aroma puntual de un prometedor paladar que ya, en nuestra distante imaginación, nos hace babear. Nuestro cuerpo entero celebra con júbilo la promesa de un gran festín.
Saludos pueblo
El bacalao, además de las muchas formas que admite su preparación para el consumo humano, es un producto rico en aportes vitamínicos, y capaz de satisfacer los paladares más exquisitos.
En la actualidad, en cualquier punto de nuestro país es factible el consumo de pescados del mar frescos, incluido el bacalao. En otras épocas, solo era posible consumirlo seco.
Al producto en cuestión, inmediato a su captura en las frías aguas próximas al círculo polar, se le seccionaba la cabeza y se almacenaba bajo capas de gruesa sal marina, permaneciendo en esta situación durante las semanas y meses que duraba la pesca y travesía hasta llegar al puerto base en le norte y oeste peninsular. Una vez en tierra, era expuesto al aire libre para su secado por el viento y el sol. La deshidratación a que era sometido y la sal chupada durante su estancia en alta mar, permitía la conservación duradera y el trasporte a los lugares más lejanos; lo que posibilitaba completar la escasa dieta en pescados de quienes habitaban en el interior. Era importante en la alimentación de los soldados en marcha; lo era para los cristianos como alimento contundente en sustitución de la carne terrestre, permitiéndoles guardar la abstinencia en los viernes previos a la Semana Santa; también daba la oportunidad de salir de la rutina alimentaria de las clases menos favorecidas los días grandes fiestas religiosas, como la Navidad.
El de la fotografía, después de haber sido desalado e hidratado en agua, ha sido asado a la parrilla de leña y es acompañado con patatas asadas, ajo y un chorrito de aceite de oliva virgen. Personalmente, es como más me gusta.
En la actualidad, en cualquier punto de nuestro país es factible el consumo de pescados del mar frescos, incluido el bacalao. En otras épocas, solo era posible consumirlo seco.
Al producto en cuestión, inmediato a su captura en las frías aguas próximas al círculo polar, se le seccionaba la cabeza y se almacenaba bajo capas de gruesa sal marina, permaneciendo en esta situación durante las semanas y meses que duraba la pesca y travesía hasta llegar al puerto base en le norte y oeste peninsular. Una vez en tierra, era expuesto al aire libre para su secado por el viento y el sol. La deshidratación a que era sometido y la sal chupada durante su estancia en alta mar, permitía la conservación duradera y el trasporte a los lugares más lejanos; lo que posibilitaba completar la escasa dieta en pescados de quienes habitaban en el interior. Era importante en la alimentación de los soldados en marcha; lo era para los cristianos como alimento contundente en sustitución de la carne terrestre, permitiéndoles guardar la abstinencia en los viernes previos a la Semana Santa; también daba la oportunidad de salir de la rutina alimentaria de las clases menos favorecidas los días grandes fiestas religiosas, como la Navidad.
El de la fotografía, después de haber sido desalado e hidratado en agua, ha sido asado a la parrilla de leña y es acompañado con patatas asadas, ajo y un chorrito de aceite de oliva virgen. Personalmente, es como más me gusta.