VACACIONES EN SALAMANCA (sesta parte)
Hoy dejaré los apeos, ya avanzada la noche, ni quiero ver segurillas ni cuchillos; ni tan si quiera oír hablar de trabajo. Descargaré la mente de ese estrés que me ha consumido tanto. Si acaso una buena siesta, una pausa de soslayo para terminar hoy la faena; aún me queda un rato. Esta noche, cuando vuelva, que nadie me mencione nada sobre trabajo. Quiero vivir a la bartola unos días y olvidarme que he laborado soñando. Esperando una fecha que se pasa volando.
Hoy dejaré los apeos, ya avanzada la noche, ni quiero ver segurillas ni cuchillos; ni tan si quiera oír hablar de trabajo. Descargaré la mente de ese estrés que me ha consumido tanto. Si acaso una buena siesta, una pausa de soslayo para terminar hoy la faena; aún me queda un rato. Esta noche, cuando vuelva, que nadie me mencione nada sobre trabajo. Quiero vivir a la bartola unos días y olvidarme que he laborado soñando. Esperando una fecha que se pasa volando.
Desenganchar y cargar pilas. De eso se trata ahora que entramos en el mes en el que una buena parte de nuestros compatriotas aprovechan para salir de la rutina diaria yendo a la playa o al pueblo. ¡Qué suerte, tienen algunos!
No por poder ir a un sitio o a otro, sino por tener la posibilidad de elegir donde ir con la que está lloviendo. Bien es verdad, que quien se lo ha currado a lo largo del año, merece un alto en el camino y recobrar resuello para continuarlo más adelante.
A algunos todavía no nos ha llegado nuestra oportunidad, pero no tardará, y entonces apagaremos el interruptor y tratamos de olvidamos de todo lo que tiene que ver con el trabajo.
Con el paso del tiempo lo hemos logrado casi al completo; pero sin proponérnoslo, en ocasiones, vamos a ciudades o pueblos lejanos, caminamos por la playa o las rúas y, el azar, nos lleva a toparnos con compañeros y amigos que nos avivan el recuerdo de aquello que pretendemos olvidar. En mi caso, cuando viajo en coche particular, tengo la mala costumbre de buscar el aparcamiento a la puerta del trabajo o al caminar por la calle los ojos se me van a detalles que llevan mi pensamiento a comparar con lo que es mi trabajo y veo en mi lugar de residencia.
A pesar de todo, bien venidas sean las vacaciones y salud para disfrutarlas con mis mejores desean para quienes en el día de hoy las comienzan.
No por poder ir a un sitio o a otro, sino por tener la posibilidad de elegir donde ir con la que está lloviendo. Bien es verdad, que quien se lo ha currado a lo largo del año, merece un alto en el camino y recobrar resuello para continuarlo más adelante.
A algunos todavía no nos ha llegado nuestra oportunidad, pero no tardará, y entonces apagaremos el interruptor y tratamos de olvidamos de todo lo que tiene que ver con el trabajo.
Con el paso del tiempo lo hemos logrado casi al completo; pero sin proponérnoslo, en ocasiones, vamos a ciudades o pueblos lejanos, caminamos por la playa o las rúas y, el azar, nos lleva a toparnos con compañeros y amigos que nos avivan el recuerdo de aquello que pretendemos olvidar. En mi caso, cuando viajo en coche particular, tengo la mala costumbre de buscar el aparcamiento a la puerta del trabajo o al caminar por la calle los ojos se me van a detalles que llevan mi pensamiento a comparar con lo que es mi trabajo y veo en mi lugar de residencia.
A pesar de todo, bien venidas sean las vacaciones y salud para disfrutarlas con mis mejores desean para quienes en el día de hoy las comienzan.