15 DE AGOSTO CON NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
Levantarse temprano ayuda. Una ducha despierta. Aviarse y perfumarse aportan una energía especial. Hay días que no desayuno, me siento empachado; prefiero un buen vaso de leche fresquita o dos. Sería capaz de beberme el litro entero pero de mascar nada, no suelo entrar en ánimos; otra cosa es almorzar. A eso de las diez o las once me atrevo. En casa de mi prima Dionisia, ya en tertulia con Julián, Elías y mi prima María Jesús; no desdeñé un buen trozo de empanada acompañada de una cerveza fresquita que me ofrecieron. Para entonces ya habíamos recogido las tres hogazas de pan que encargué días antes en la panadería. Ese tremendo pan de casi un kilo me recuerda al que cocía mi madre en su horno por aquellos años ancestrales; cuando aún vivíamos en Salas Pombo.
En fin, después de todo, conocí a JSB; ya suponía que debía de ser algo de familia. Me recordó que yo soy hidalgo, –descendiente de los Ortigosa. – Afirmó. Me indicó dónde podía ver el escudo de armas, un blasón familiar que se hallaba en cierto callejón aproximado a esa antigua casa en la que también residieron mis padres y, si no entendí mal, yo sé que aún tienen ahí una vivienda mis primas; la que fue de mi tío Alberto (hermano menor de mi padre). Pero no pude dar con tan distinguido escudo. La casa donde vivieron mis padres ya se había reformado. No, aquí tampoco; y husmeamos toda la calleja. No está o no supimos mirar mejor.
A los pocos minutos llamaban a misa. Un señor con un tambor y una flauta recorría las calles.
Llegó hasta nuestra puerta - ¡Venga, venga! Vamos bajando para la iglesia que faltan quince minutos.- Nos impacientábamos. Nos dejamos caer por angostos y accidentados recodos o callejas que, en breve, ya nos situó frente a la iglesia; atajos estratégicos para cuando hay prisa. Frente a la gran pila que han colocado en el solar de la iglesia buscamos la sombra para esperar la salida de La Virgen; el alcalde ya intentaba entrar y se paró en el umbral. Un rato deliberando (supongo). Una señora y un señor con acento muy andaluz (de Cádiz) - ¿Tu eres Pedro? -Si preguntan por un forero posiblemente. En consecuencia sí, era yo; me agradecieron mi trabajo y reímos un poco ¡Vaya! Ya sale la Virgen en alzas y, van deprisa, la gente seguimos con intención de ganar terreno; pero a cada boca de calle se incorporan más y más seguidores. Se nos queda lejos llegar a ella.
Levantarse temprano ayuda. Una ducha despierta. Aviarse y perfumarse aportan una energía especial. Hay días que no desayuno, me siento empachado; prefiero un buen vaso de leche fresquita o dos. Sería capaz de beberme el litro entero pero de mascar nada, no suelo entrar en ánimos; otra cosa es almorzar. A eso de las diez o las once me atrevo. En casa de mi prima Dionisia, ya en tertulia con Julián, Elías y mi prima María Jesús; no desdeñé un buen trozo de empanada acompañada de una cerveza fresquita que me ofrecieron. Para entonces ya habíamos recogido las tres hogazas de pan que encargué días antes en la panadería. Ese tremendo pan de casi un kilo me recuerda al que cocía mi madre en su horno por aquellos años ancestrales; cuando aún vivíamos en Salas Pombo.
En fin, después de todo, conocí a JSB; ya suponía que debía de ser algo de familia. Me recordó que yo soy hidalgo, –descendiente de los Ortigosa. – Afirmó. Me indicó dónde podía ver el escudo de armas, un blasón familiar que se hallaba en cierto callejón aproximado a esa antigua casa en la que también residieron mis padres y, si no entendí mal, yo sé que aún tienen ahí una vivienda mis primas; la que fue de mi tío Alberto (hermano menor de mi padre). Pero no pude dar con tan distinguido escudo. La casa donde vivieron mis padres ya se había reformado. No, aquí tampoco; y husmeamos toda la calleja. No está o no supimos mirar mejor.
A los pocos minutos llamaban a misa. Un señor con un tambor y una flauta recorría las calles.
Llegó hasta nuestra puerta - ¡Venga, venga! Vamos bajando para la iglesia que faltan quince minutos.- Nos impacientábamos. Nos dejamos caer por angostos y accidentados recodos o callejas que, en breve, ya nos situó frente a la iglesia; atajos estratégicos para cuando hay prisa. Frente a la gran pila que han colocado en el solar de la iglesia buscamos la sombra para esperar la salida de La Virgen; el alcalde ya intentaba entrar y se paró en el umbral. Un rato deliberando (supongo). Una señora y un señor con acento muy andaluz (de Cádiz) - ¿Tu eres Pedro? -Si preguntan por un forero posiblemente. En consecuencia sí, era yo; me agradecieron mi trabajo y reímos un poco ¡Vaya! Ya sale la Virgen en alzas y, van deprisa, la gente seguimos con intención de ganar terreno; pero a cada boca de calle se incorporan más y más seguidores. Se nos queda lejos llegar a ella.