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LAGUNILLA: ANCHO ES EL CAMINO...

ANCHO ES EL CAMINO

Siempre que veo un camino me pregunto ¿hacia dónde se llega? Y en la sospecha crece la fantasía y noto que la mente se adentra; son los pasos previos a una aventura dejada en la reserva.
Hoy los días se suceden. Mi mochila yace en la despensa, las botas untadas en sebo se rancian, se secan; no hay destino para ellas. Sólo, cuando las miro, siento el cansancio y las fatigas de antaño; cuando siempre las tuve puestas ¡Quizás ha llegado el momento! No me doy por vencido. Oteo en lontananza los montes, las tímidas nubes que lo surcan; la envidia me corroe y sufro reflexionando su ligereza. Porque me siento más pesado, menos ávido que ellas. Dolores musculares en las rodillas y las piernas. Ahí, en un punto oscuro, busco en el plano una estrecha senda que baja, sube… Serpentea. Sinuoso itinerario gravado de barrancos y frondosas laderas de bosques y torrenciales grietas. No. Aún no he salido de casa ¡Qué más quisiera! Mejor reviso los mapas, tomo una regla; calculo desde la escala si está lejos o está cerca. Las altitudes que señalan los trazados corte de nivel me dicen, tal si allá estuviera, si asoman espolones, oteros; explanadas llanas con ruinas o fontanales subyugados al destino que recorre este ficticio encuentro entre lo que es y pudo ser aquel ancho camino.