Por desgracia, el derecho al trabajo, como otros derechos reconocidos en la constitución de 1978, es eso un derecho en un texto legislativo, en el que queda muy bien, pero que después se cumple de aquella forma. Cuando se cumple. Quedando en buena parte de los casos en un reconocimiento puramente formal.
La EPA nos dice que el número de personas en activo cada vez son menos y los desempleados aumentan. Se destruyen los puestos de trabajo de carácter indefinido y se sustituye, si llega el caso, por contratos de corta duración, a jornada parcial y en precario, se obvian los contenidos fijados en los Convenios Colectivos –los pocos que están en vigor o se firman- y, si alguien quiere trabajar, se le formalizan contratos del tipo 4x6x8. Es decir, se hace un contrato de 4 horas de jornada y por él se cotiza a la Seguridad Social, se le paga al trabajador por 6 horas de trabajo, pero le obliga a trabajar 8, y todo ello dando gracias.
En algunos aspectos laborales, en España, se está retrocediendo a épocas anteriores a 1919, cuando en aquella huelga general anarcosidicalista en Barcelona, comenzada en la empresa eléctrica la Canadiense, se extendió a más de 100.000 obreros y duró más de 44 días, más otros 3 adicionales para conseguir la liberación de los detenidos. Entonces, como resultado más notable, el Gobierno de turno tuvo que conceder las 8 horas de jornada máxima para los trabajadores, siendo España el primer país del mundo donde se consiguió ese horario. Con anterioridad se trabajaba, de lunes a viernes, 12 horas y los sábados 9, y si había un día festivo, los sábados había que trabajar media hora más. ¿Volveremos a esos horarios?, ya veremos, si tenemos salud.
Ahora la lucha por los derechos de los trabajadores no se ve por muchos lugares. Los trabajadores, en general están desmovilizados, adormecidos y sin conciencia de clase; el capitalismo nuevamente se enseñorea y exhibe su prepotencia. Estamos instalados en la pobreza laboral y social.
La EPA nos dice que el número de personas en activo cada vez son menos y los desempleados aumentan. Se destruyen los puestos de trabajo de carácter indefinido y se sustituye, si llega el caso, por contratos de corta duración, a jornada parcial y en precario, se obvian los contenidos fijados en los Convenios Colectivos –los pocos que están en vigor o se firman- y, si alguien quiere trabajar, se le formalizan contratos del tipo 4x6x8. Es decir, se hace un contrato de 4 horas de jornada y por él se cotiza a la Seguridad Social, se le paga al trabajador por 6 horas de trabajo, pero le obliga a trabajar 8, y todo ello dando gracias.
En algunos aspectos laborales, en España, se está retrocediendo a épocas anteriores a 1919, cuando en aquella huelga general anarcosidicalista en Barcelona, comenzada en la empresa eléctrica la Canadiense, se extendió a más de 100.000 obreros y duró más de 44 días, más otros 3 adicionales para conseguir la liberación de los detenidos. Entonces, como resultado más notable, el Gobierno de turno tuvo que conceder las 8 horas de jornada máxima para los trabajadores, siendo España el primer país del mundo donde se consiguió ese horario. Con anterioridad se trabajaba, de lunes a viernes, 12 horas y los sábados 9, y si había un día festivo, los sábados había que trabajar media hora más. ¿Volveremos a esos horarios?, ya veremos, si tenemos salud.
Ahora la lucha por los derechos de los trabajadores no se ve por muchos lugares. Los trabajadores, en general están desmovilizados, adormecidos y sin conciencia de clase; el capitalismo nuevamente se enseñorea y exhibe su prepotencia. Estamos instalados en la pobreza laboral y social.
El derecho al trabajo es una Conquista. Las poderosas organizaciones empresariales no lo conceden facilmente. Son los Sindicatos Organizados quienes en la calle junto a los trabajadores lograràn mejores salarios para una vida mejor. Es cierto que el capitalismo salvaje adormece las mentes, sumidas en un consumismo innecesario. Pero creo que, al menos desde lejos, se advierten tiempos de cambio y la conciencia social de clase vuelve a reverdecer... Y SON y son tiempos de esperanza, que tienen que traen, las làgrimas a los ojos... desde aquì argentina, estoy muy informada por las redes de internet, aunque a los inmigrantes mucho no les interesa este tema, es comprensible, la acciòn residual del dolor y la pena de la represiòn siguen ejerciendo sombras... pero bueno, despacio entraremos, ojalà, nuevos rumbos.... ana