SOMOS GENTE DE PUEBLO
Unos dedos apartan el visillo tras la discreta ventana con una sutil timidez, asoma media cara; un espacio de curiosidad. Son muchos los coches que llegan y pocos los que se estacionan bajo nuestro balcón ¿Podemos reconocer los matices de esas intrusas caras? Quizás. Todo depende de las generaciones, si aún viven; tantos años pueden haber pasado que, en el peor de los casos, quienes pudieran reconocerles ya no viven. Vaya… ¡Son muy jóvenes! ¿Hacia qué casa irán? Un murmullo de voces entre ellos desvela, por el acento, que de esta tierra no es ninguno. Van hacia una puerta olvidada. Existe una llave que la abre, ya empuñada por el inquilino; van entrando sus bártulos y, en su entorno, asisten disimulados vecinos.
(Continuará)
Unos dedos apartan el visillo tras la discreta ventana con una sutil timidez, asoma media cara; un espacio de curiosidad. Son muchos los coches que llegan y pocos los que se estacionan bajo nuestro balcón ¿Podemos reconocer los matices de esas intrusas caras? Quizás. Todo depende de las generaciones, si aún viven; tantos años pueden haber pasado que, en el peor de los casos, quienes pudieran reconocerles ya no viven. Vaya… ¡Son muy jóvenes! ¿Hacia qué casa irán? Un murmullo de voces entre ellos desvela, por el acento, que de esta tierra no es ninguno. Van hacia una puerta olvidada. Existe una llave que la abre, ya empuñada por el inquilino; van entrando sus bártulos y, en su entorno, asisten disimulados vecinos.
(Continuará)