LA ESTUPIDEZ DE PENSAR Y NO ACTUAR
Desde que tengo uso de razón busco un modo de vivir siendo útil. A veces resulta lucrativo pero, en otras; generalmente muchas, topo con un muro infranqueable y presiento que estorbo; como si la humanidad que me rodea o la sociedad estuviese en una era perdida u anacrónica en mis días. Me hago un favor y desaparezco. Me aparto para ser contemplativo y no herir sensibilidades ajenas en espera de que todo cambie y se otorgue mi turno. El poder confesar la buena voluntad me basta pese a la intuición de que sigo perdido y, entre cohibiciones personales, callo; observo la filosofía cobarde del mundo y me resigno. No hay manera alguna (me digo) de enderezar lo que, por naturaleza, ya se muestra torcido.
En los pueblos pequeños puede haber salvación si no interfiere lo absurdo y, si hay valor, se deja que aflore y predomine lo sencillo.
Ya sé que hablo, que también escribo mucho; pero soy tan insigne que, a mi pesar, jamás desviaré tal maléfico curso; nuestro apego a la vida no es suficiente para mejorar lo que nos viene por encima; con tanto inútil y absurdo al timón trabajando por la usura y el dominio.
Un fuerte abrazo a esos paisanos que sufren en la impotencia viendo desaparecer su mundo.
Atentamente: Pedro González Gallardo
Desde que tengo uso de razón busco un modo de vivir siendo útil. A veces resulta lucrativo pero, en otras; generalmente muchas, topo con un muro infranqueable y presiento que estorbo; como si la humanidad que me rodea o la sociedad estuviese en una era perdida u anacrónica en mis días. Me hago un favor y desaparezco. Me aparto para ser contemplativo y no herir sensibilidades ajenas en espera de que todo cambie y se otorgue mi turno. El poder confesar la buena voluntad me basta pese a la intuición de que sigo perdido y, entre cohibiciones personales, callo; observo la filosofía cobarde del mundo y me resigno. No hay manera alguna (me digo) de enderezar lo que, por naturaleza, ya se muestra torcido.
En los pueblos pequeños puede haber salvación si no interfiere lo absurdo y, si hay valor, se deja que aflore y predomine lo sencillo.
Ya sé que hablo, que también escribo mucho; pero soy tan insigne que, a mi pesar, jamás desviaré tal maléfico curso; nuestro apego a la vida no es suficiente para mejorar lo que nos viene por encima; con tanto inútil y absurdo al timón trabajando por la usura y el dominio.
Un fuerte abrazo a esos paisanos que sufren en la impotencia viendo desaparecer su mundo.
Atentamente: Pedro González Gallardo