ABUELOS
¡Qué pasa hoy día! Yo conocí sólo una abuela. Una ancianita que me daba consejos con sus noventa y pico de años, conductas que debía seguir para no hacer daño; para ser más feliz con los que me querían. Ella murió en el regazo de una familia unida por suerte para ella. Hoy es difícil cuidar de estos abuelos y abuelas, no estamos en casa. Ni con los hijos o nuestros conyugues compartimos apenas tiempo, es muy complicado; horarios de trabajo que no permiten encuentros. Unos vienen y otros van, puertas que se cierran y se abren hasta que llega la noche para acogernos; cenar y dormir apresurados, abatidos cuando es posible el encuentro ¡Qué distinto a lo que compartieron nuestros ancestros! Aquellos turnos comunes en los que compartían el ángelus, desayunos y almuerzos; una recogida sosegada en la cena con el cariño de los nuestros. Eran más ricos con mucho menos dinero.
La sociedad debe cambiar y ordenarse si queremos conocer a los nuestros.
¡Qué pasa hoy día! Yo conocí sólo una abuela. Una ancianita que me daba consejos con sus noventa y pico de años, conductas que debía seguir para no hacer daño; para ser más feliz con los que me querían. Ella murió en el regazo de una familia unida por suerte para ella. Hoy es difícil cuidar de estos abuelos y abuelas, no estamos en casa. Ni con los hijos o nuestros conyugues compartimos apenas tiempo, es muy complicado; horarios de trabajo que no permiten encuentros. Unos vienen y otros van, puertas que se cierran y se abren hasta que llega la noche para acogernos; cenar y dormir apresurados, abatidos cuando es posible el encuentro ¡Qué distinto a lo que compartieron nuestros ancestros! Aquellos turnos comunes en los que compartían el ángelus, desayunos y almuerzos; una recogida sosegada en la cena con el cariño de los nuestros. Eran más ricos con mucho menos dinero.
La sociedad debe cambiar y ordenarse si queremos conocer a los nuestros.