UN PUEBLO FAMILIAR
Eran tardes al socaire, cuando el calor se calma; sosiego compartido entre vecinos tras caída y terminadas las vicisitudes cotidianas. Una silla, una mesa; un rellano junto a la casa… Unas cartas. Siempre fueron espacios obligados para paliar la cruda existencia en la sierra con sociedad y acompañamiento de quienes la habitaban. Queda lejos la ciudad y sus caprichos, la manía y la abundancia; estas gentes disfrutan de un círculo cerrado que tan sólo se da en la montaña
Eran tardes al socaire, cuando el calor se calma; sosiego compartido entre vecinos tras caída y terminadas las vicisitudes cotidianas. Una silla, una mesa; un rellano junto a la casa… Unas cartas. Siempre fueron espacios obligados para paliar la cruda existencia en la sierra con sociedad y acompañamiento de quienes la habitaban. Queda lejos la ciudad y sus caprichos, la manía y la abundancia; estas gentes disfrutan de un círculo cerrado que tan sólo se da en la montaña