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[La más parecida a mi madre]
TRES BARCOS
Yo escuchaba atónito. Mi primo, sentado frente a mí en la mesa, iba largando y calculando reflexivo friccionándose las manos ¡Escuchad primo! Cuando nosotros vinimos nos traían tres barcos. Uno navegaba detrás y otro por delante nuestra, se puso brava la mar, muy brava; las olas enormes ¿Viste? Cuando miramos para retaguardia ya casi ni se veía al de atrás que iba pidiendo auxilio, al pronto desapareció y tuvimos que ir a buscar algunos náufragos que pudieron salir de él. Seguimos hasta donde se junta el Rio de la Plata con el mar ¿sabes? Esa franja de agua con dos tonos; imagínate que el río tiene más de doscientos kilómetros de ancho ¡Sí! Las olas eran bárbaras, mayores que las anteriores; se levantaba la proa una cosa mala y luego caía empicado entre dos columnas de agua que salvaban todo el barco: A la que nosotros éramos izados a penas podíamos contemplar parte de la chimenea del que avanzaba por delante. También pedía socorro mientras la mar se lo tragó. Sólo nosotros llegamos a puerto, no en el que debíamos desembarcar; era imposible por la crecida de las aguas. Tuvimos que ir fuera de Buenos Aires y, ya en tierra, nos transportaron en vehículos. Fue un caos.
¿En qué año fue eso?
MAÑANA PAISANOS, MAÑANA OS LO CUENTO ¡No dejéis de participar en el foro! Dadme ese contento
TRES BARCOS
Yo escuchaba atónito. Mi primo, sentado frente a mí en la mesa, iba largando y calculando reflexivo friccionándose las manos ¡Escuchad primo! Cuando nosotros vinimos nos traían tres barcos. Uno navegaba detrás y otro por delante nuestra, se puso brava la mar, muy brava; las olas enormes ¿Viste? Cuando miramos para retaguardia ya casi ni se veía al de atrás que iba pidiendo auxilio, al pronto desapareció y tuvimos que ir a buscar algunos náufragos que pudieron salir de él. Seguimos hasta donde se junta el Rio de la Plata con el mar ¿sabes? Esa franja de agua con dos tonos; imagínate que el río tiene más de doscientos kilómetros de ancho ¡Sí! Las olas eran bárbaras, mayores que las anteriores; se levantaba la proa una cosa mala y luego caía empicado entre dos columnas de agua que salvaban todo el barco: A la que nosotros éramos izados a penas podíamos contemplar parte de la chimenea del que avanzaba por delante. También pedía socorro mientras la mar se lo tragó. Sólo nosotros llegamos a puerto, no en el que debíamos desembarcar; era imposible por la crecida de las aguas. Tuvimos que ir fuera de Buenos Aires y, ya en tierra, nos transportaron en vehículos. Fue un caos.
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