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LAGUNILLA: LA ESTACIÓN...

LA ESTACIÓN

¡Qué pena la mía! Yo me fui tan pequeño del pueblo que, de no ser aquellos viajes del verano u primavera en los que me traían mis padres, jamás habría tenido conocimiento de esa estación tan concurrida según leo en nuestro foro. En mis recuerdos, sin nombres fiables de los posibles apeaderos, me vienen a la memoria fugaces escenas de las pocas veces que usé aquel tren y de la casa de Adriano; no tengo mucho que contar y, por ello, me alegra leer las crónicas de Juan Antonio sobre estos lugares.

Desde Pamplona hacíamos varios transbordos y nos pasábamos casi el día entero viajando. Primero era ir a Alsasua y apearnos para tomar el tren con el destino Medina del Campo; ahí sufríamos una espera muy larga sin bajar mientras unían otros vagones que, ahora sí, como una enorme anaconda; se dirigiría hasta Salamanca. Luego, no sabría con cierta seguridad afirmar si, en ese mismo convoy, nos llegamos a Puerto de Béjar. No lo sé. Lo que sí me dejó absorto, sobre todo el recorrido; fue aquellas personas que se acercaban a las ventanas de los trenes ofreciendo bocadillos en alguna estación ¡Ay, sí! Los corredores abarrotados de gente sentada sobre sus maletas de madera y, en ocasiones, se dejaba oír un grupo arrinconado que entonaba canciones con la compañía de una guitarra. Ir en tren tenía su aventura.