Primera parte
El motor económico del siglo XX, según los expertos, fue el petróleo, con sus subidas y bajadas de precio, motivado muchas veces por la inestabilidad política y guerras en los principales países productores, fundamentalmente, en Oriente Medio. Alrededor de ésta materia prima, conocida desde la antigüedad, y tan generosamente oculta bajo los desiertos que dominan los estados de religión musulmana, ha girado o ha sido base del desarrollo de los países occidentales propietarios de las compañías exploradoras, explotadoras, refinadores y distribuidores de toda la cadena de productos que partiendo del petróleo han coadyuvado a hacernos la vida más fácil: combustibles de automoción, calefacciones, plásticos, vestidos, medicamentos…y un sinfín de productos tienen su origen en conocido como oro negro.
Grandes e inmensas fortunas se han generado al calor de su industria; las más lujosas y llamativas, sin duda, la de los príncipes y jeques árabes; también las de los grandes propietarios y accionistas de las multinacionales americanas, inglesas, holandesas, francesas y, como no, también españolas. Quizá, a quienes menos beneficio ha dado ha sido a la población de los países donde se ubican los yacimientos; pues a pesar de los inmensos beneficios económicos obtenidos, gobernados por dictadores y sátrapas, sus habitantes siguen con una renta de miseria, careciendo de asistencia sanitarias, escuelas, libertades políticas, y, lo que es peor, muchas veces carentes de alimentos.
Los altibajos en el precio del petróleo, desde el punto de vista occidental (a pesar del incremento acelerado de su demanda y consumos, y la factura que lastra nuestras cuentas exteriores), ha sido relativamente fácil de llevar; fundamentalmente, por haber optimizado el sistema productivo que tiene como base el mismo: medios de transporte que consumen menos; electrodomésticos, aparatos mecánicos y tecnológicos más eficientes; diversificación de las fuentes de energía (carbón, centrales hidroeléctricas, nucleares, gas, eólica, fotovoltaica, mareomotriz, biomasa, metano de residuos orgánicos alimentando térmicas, etc.); puesta en explotación de yacimientos en aguas profundas y alejadas de la costa; oleoductos que unen las zonas productoras con las consumidoras; buques con mayor capacidad de transporte; cambio de lámparas de alumbrado público y privado (pasamos de las lámparas incandescentes de mercurio, a las de bajo consumo con gas, a los led actuales); y, ahora por si fuera poco, La extracción mediante fracturación hidráulica (también conocida por el término en inglés fracking) inundando los mercados y compensando el incremento en el consumo experimentado por la aparición en el panorama global de países gigantes que, hasta hace poco, nada contaban en el mercado de materias primas: China, India, Brasil, Rusia, Pakistán…
Los analistas auguran, que la caída de precios que ahora experimenta su cotización, será una nueva revolución, con consecuencias para productores y consumidores. Otros profetizan que ésta revolución no vendrá por el petróleo en sí; más bien por la aparición y puesta en escena de nuevos materiales y combustibles que existen en la naturaleza, pero que, o bien están en fase de investigación, o su puesta comercial e industrial es todavía incipiente.
El motor económico del siglo XX, según los expertos, fue el petróleo, con sus subidas y bajadas de precio, motivado muchas veces por la inestabilidad política y guerras en los principales países productores, fundamentalmente, en Oriente Medio. Alrededor de ésta materia prima, conocida desde la antigüedad, y tan generosamente oculta bajo los desiertos que dominan los estados de religión musulmana, ha girado o ha sido base del desarrollo de los países occidentales propietarios de las compañías exploradoras, explotadoras, refinadores y distribuidores de toda la cadena de productos que partiendo del petróleo han coadyuvado a hacernos la vida más fácil: combustibles de automoción, calefacciones, plásticos, vestidos, medicamentos…y un sinfín de productos tienen su origen en conocido como oro negro.
Grandes e inmensas fortunas se han generado al calor de su industria; las más lujosas y llamativas, sin duda, la de los príncipes y jeques árabes; también las de los grandes propietarios y accionistas de las multinacionales americanas, inglesas, holandesas, francesas y, como no, también españolas. Quizá, a quienes menos beneficio ha dado ha sido a la población de los países donde se ubican los yacimientos; pues a pesar de los inmensos beneficios económicos obtenidos, gobernados por dictadores y sátrapas, sus habitantes siguen con una renta de miseria, careciendo de asistencia sanitarias, escuelas, libertades políticas, y, lo que es peor, muchas veces carentes de alimentos.
Los altibajos en el precio del petróleo, desde el punto de vista occidental (a pesar del incremento acelerado de su demanda y consumos, y la factura que lastra nuestras cuentas exteriores), ha sido relativamente fácil de llevar; fundamentalmente, por haber optimizado el sistema productivo que tiene como base el mismo: medios de transporte que consumen menos; electrodomésticos, aparatos mecánicos y tecnológicos más eficientes; diversificación de las fuentes de energía (carbón, centrales hidroeléctricas, nucleares, gas, eólica, fotovoltaica, mareomotriz, biomasa, metano de residuos orgánicos alimentando térmicas, etc.); puesta en explotación de yacimientos en aguas profundas y alejadas de la costa; oleoductos que unen las zonas productoras con las consumidoras; buques con mayor capacidad de transporte; cambio de lámparas de alumbrado público y privado (pasamos de las lámparas incandescentes de mercurio, a las de bajo consumo con gas, a los led actuales); y, ahora por si fuera poco, La extracción mediante fracturación hidráulica (también conocida por el término en inglés fracking) inundando los mercados y compensando el incremento en el consumo experimentado por la aparición en el panorama global de países gigantes que, hasta hace poco, nada contaban en el mercado de materias primas: China, India, Brasil, Rusia, Pakistán…
Los analistas auguran, que la caída de precios que ahora experimenta su cotización, será una nueva revolución, con consecuencias para productores y consumidores. Otros profetizan que ésta revolución no vendrá por el petróleo en sí; más bien por la aparición y puesta en escena de nuevos materiales y combustibles que existen en la naturaleza, pero que, o bien están en fase de investigación, o su puesta comercial e industrial es todavía incipiente.
Segunda y final
En los últimos años hemos oído hablar de minerales como el coltán (guerra en el Zaire y uso para móviles) o de las sales de litio de Bolivia y Argentina (para las baterías de todo tipo); ahora, de lo que empieza a hablarse, es de otro producto; al parecer maravilloso, que reúne infinidad de características de los mencionados anteriormente y de otros. Se trata del GRAFENO y, conforme aseguran, supondrá una nueva revolución que cambiará el futuro de la humanidad y ello gracias a sus múltiples utilidades.
El grafeno, al parecer es conocido desde los años treinta del siglo pasado, pero es en 2004 cuando es aislado por primera vez y, a partir de 2010, con la concesión del Premio Nobel de física a dos científicos rusos (André Geim y Konstantim Novoselov) es cuando empieza a conocerse un poco más del mismo.
Este material, que entre otros, puede obtenerse del grafito (las minas de nuestro lápices escolares son de ese mineral), dicen, es el más delgado de la tierra, pues es equivalente a un solo átomo de grosor. Las características de este material lo hace ser 200 veces más fuerte y cinco veces más ligero que el acero; es más duro que el diamante; es flexible, transparente, elástico e impermeable; conductor de la electricidad; incluso, si sufre algún deterioro, sus moléculas se regeneran, cual poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano del que hablaba el ingenioso hidalgo Don Quijote al referirse al bálsamo de Fierabrás.
Este material milagroso tiene aplicación en numerosos campos: Informática, electricidad, telefonía, alimentación, medicina, energía… Con él se pueden fabricar: lentillas que permitirían la visión térmica infrarroja; biomarcadores corporales; recubrimientos contra la corrosión; abre la puerta a sustituir al kevlar como material estrella para todo tipo de blindajes; chip 10.000 veces más rápidos que los procesadores actuales de sílice, por su alta conductividad eléctrica; fabricación de vendajes sanitarios, envases para alimentos, prendas de vestir ligeras de peso, suelas para calzado, plantillas de los mismos sin olor, reforzar y dar elasticidad a los neumáticos; fabricación de membranas para desalinizar el agua marina y purificar todo tipo de aguas; fabricación de piezas aeronáuticas; sustituirá a las baterías de litio de los móviles, también de los automóviles y de otros usos; pantallas táctiles, cámaras de fotos y vídeos; células solares para acumular la energía del sol; reactivos químicos; sus óxidos sirven para absorber los residuos radioactivos; será el mejor lubricante sólido; abren una puerta desconocida en la prevención de enfermedades y control de indicadores en la sangre en tiempo real; implantes cerebrales; medicamentos para combatir esa bacteria que vive en el intestino, la E. coli, causando a veces graves problemas, etc., etc. Pero lo más maravilloso del grafeno, es que se ha revelado como una nueva aplicación que podría abrir nuevas puertas en la generación de energía limpia; con membranas de este material, se podría obtener del aire un combustible abundante, fácil y barato: el hidrógeno.
Parece utópico, pero para algunas de sus aplicaciones ya se están produciendo elementos industriales y de otro tipo en diversos países (el nuestro es de los más avanzados en producción). Se sigue investigando y son muchos los científicos y universidades que en todo el mundo trabajan en este asunto.
El grafito, hasta ahora, se había venido utilizando industrialmente para las minas de los lápices, como lubricante sólido, para hacer los discos de vinilo, sellos, cojinetes, casquillos, juntas de rotativas, en la fabricación de ladrillos, crisoles, electrodos de lámparas, rodamientos, frenos de coches, etc. Ahora su utilidad se multiplica y abarca todos los campos.
Los recursos más importantes en grafito a nivel mundial, se encuentran en China, India y Brasil.
En los últimos años hemos oído hablar de minerales como el coltán (guerra en el Zaire y uso para móviles) o de las sales de litio de Bolivia y Argentina (para las baterías de todo tipo); ahora, de lo que empieza a hablarse, es de otro producto; al parecer maravilloso, que reúne infinidad de características de los mencionados anteriormente y de otros. Se trata del GRAFENO y, conforme aseguran, supondrá una nueva revolución que cambiará el futuro de la humanidad y ello gracias a sus múltiples utilidades.
El grafeno, al parecer es conocido desde los años treinta del siglo pasado, pero es en 2004 cuando es aislado por primera vez y, a partir de 2010, con la concesión del Premio Nobel de física a dos científicos rusos (André Geim y Konstantim Novoselov) es cuando empieza a conocerse un poco más del mismo.
Este material, que entre otros, puede obtenerse del grafito (las minas de nuestro lápices escolares son de ese mineral), dicen, es el más delgado de la tierra, pues es equivalente a un solo átomo de grosor. Las características de este material lo hace ser 200 veces más fuerte y cinco veces más ligero que el acero; es más duro que el diamante; es flexible, transparente, elástico e impermeable; conductor de la electricidad; incluso, si sufre algún deterioro, sus moléculas se regeneran, cual poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano del que hablaba el ingenioso hidalgo Don Quijote al referirse al bálsamo de Fierabrás.
Este material milagroso tiene aplicación en numerosos campos: Informática, electricidad, telefonía, alimentación, medicina, energía… Con él se pueden fabricar: lentillas que permitirían la visión térmica infrarroja; biomarcadores corporales; recubrimientos contra la corrosión; abre la puerta a sustituir al kevlar como material estrella para todo tipo de blindajes; chip 10.000 veces más rápidos que los procesadores actuales de sílice, por su alta conductividad eléctrica; fabricación de vendajes sanitarios, envases para alimentos, prendas de vestir ligeras de peso, suelas para calzado, plantillas de los mismos sin olor, reforzar y dar elasticidad a los neumáticos; fabricación de membranas para desalinizar el agua marina y purificar todo tipo de aguas; fabricación de piezas aeronáuticas; sustituirá a las baterías de litio de los móviles, también de los automóviles y de otros usos; pantallas táctiles, cámaras de fotos y vídeos; células solares para acumular la energía del sol; reactivos químicos; sus óxidos sirven para absorber los residuos radioactivos; será el mejor lubricante sólido; abren una puerta desconocida en la prevención de enfermedades y control de indicadores en la sangre en tiempo real; implantes cerebrales; medicamentos para combatir esa bacteria que vive en el intestino, la E. coli, causando a veces graves problemas, etc., etc. Pero lo más maravilloso del grafeno, es que se ha revelado como una nueva aplicación que podría abrir nuevas puertas en la generación de energía limpia; con membranas de este material, se podría obtener del aire un combustible abundante, fácil y barato: el hidrógeno.
Parece utópico, pero para algunas de sus aplicaciones ya se están produciendo elementos industriales y de otro tipo en diversos países (el nuestro es de los más avanzados en producción). Se sigue investigando y son muchos los científicos y universidades que en todo el mundo trabajan en este asunto.
El grafito, hasta ahora, se había venido utilizando industrialmente para las minas de los lápices, como lubricante sólido, para hacer los discos de vinilo, sellos, cojinetes, casquillos, juntas de rotativas, en la fabricación de ladrillos, crisoles, electrodos de lámparas, rodamientos, frenos de coches, etc. Ahora su utilidad se multiplica y abarca todos los campos.
Los recursos más importantes en grafito a nivel mundial, se encuentran en China, India y Brasil.