PROMESA CUMPLIDA
En mi estancia con Dolores lo pasamos de aúpa: nos enseñaron todo Buenos Aires, cantamos en las cenas reunidos con sus hijos y nietos; cuando estuvimos entonando “Asturias patria querida” se emocionó mucho. Su hija Marisol confesó que solía cantar muchas canciones españolas y creía que se las inventaba hasta que, en el preciso instante de entonarlas yo a dúo con ella; observó que ambos las conocíamos de igual manera. Hubo un momento crucial a la hora de abrir una botella de sidra para acompañar el chencho (lechón) que asó su hijo Alejandro; conservaba frescas dos marcas: El gaitero (de procedencia española) y otra típica de aquellas tierras. Me supuse que la del gaitero la guardaba con nostalgia (un recuerdo) pero no le importó abrirla para mí. Sí, para mí; ellos no gustaban de la sidra. Al final de la noche ya me hube bebido las dos. Allá hace un calor muy húmedo en primavera y la sed no lo impedió.
En mi estancia con Dolores lo pasamos de aúpa: nos enseñaron todo Buenos Aires, cantamos en las cenas reunidos con sus hijos y nietos; cuando estuvimos entonando “Asturias patria querida” se emocionó mucho. Su hija Marisol confesó que solía cantar muchas canciones españolas y creía que se las inventaba hasta que, en el preciso instante de entonarlas yo a dúo con ella; observó que ambos las conocíamos de igual manera. Hubo un momento crucial a la hora de abrir una botella de sidra para acompañar el chencho (lechón) que asó su hijo Alejandro; conservaba frescas dos marcas: El gaitero (de procedencia española) y otra típica de aquellas tierras. Me supuse que la del gaitero la guardaba con nostalgia (un recuerdo) pero no le importó abrirla para mí. Sí, para mí; ellos no gustaban de la sidra. Al final de la noche ya me hube bebido las dos. Allá hace un calor muy húmedo en primavera y la sed no lo impedió.